Día de la Raza: No tenemos nada que celebrar

Muchas veces nos quedamos con la historia que nos cuentan los libros, o con la historia que nos cuenta la escuela para entender nuestra realidad conocida como la historia oficial, pero acontece que esa historia tiene una utilidad para aquellos que la cuentan, pero para nosotros y nosotras, gente de un pueblo y con una realidad tan dura por enfrentar día a día, esa historia nos suena a engaño.

El 12 de octubre se “celebra” el Día de la Raza, contado desde esa historia oficial, pero ese día lejos de ser una celebración. Debería ser el día más triste de nuestras vidas, porque fue el día en que inicia el robo o el saqueo de todo lo que nuestros nativos habían construido: sus creencias, su identidad, su cultura, su realidad, que es lo más sagrado que todo ser humano puede tener. Aparte de haber robado los recursos naturales con los que contaba esta tierra, a eso es que se le conoce como invasión.

Los españoles no vinieron a descubrirnos, ese es un cuento que se nos ha querido meter a la fuerza, los españoles vinieron, a punta de espada, en un acto sumamente violento, a despojarnos de todas nuestras riquezas, incluso de la riqueza espiritual. Cambiaron la religión, del politeísmo que respetaba la naturaleza, a este tipo de monoteísmo; de la creencia de dioses como el sol, la lluvia, etc, a este Dios que tiene poca relación con nuestra realidad. Hicieron esclavos a los nativos y los asesinaron despiadadamente.
¿Qué hay que celebrar, entonces? ¿Se puede celebrar el robo, se puede celebrar la invasión? Lo más seguro es que para nuestros nativos, aquel 12 de octubre de 1492 no haya sido una celebración, sino el día que comenzamos a perderlo todo para que una nación como la española, se salvara de la quiebra.

De igual forma, la historia oficial nos hace creer en la independencia, que el 15 de septiembre de 1821 fuimos un territorio liberado del yugo español. Tal historia tiene verdades que no se cuentan, como que aquí los españoles en ese momento tenían poca presencia. Para ellos, el territorio salvadoreño no tenia mucha importancia, y conseguir la supuesta independencia de España, no significó ninguna lucha con los españoles. Lo que en verdad sucedió es que en el territorio habían muchos dueños de grandes porciones de terrenos, llamados terratenientes, en los que se cultivaba el añil y lo que necesitaban eran no seguirle pagando impuestos a España, porque el añil que se exportaba tenía que pasar por la Capitanía General ubicada en lo que conocemos como Guatemala, cobrándoles mucho impuesto. De allí la necesidad de que esos terratenientes declararan la independencia, para librarse de pagos.

Pero también es necesario decir que el pueblo se había organizado para declarar la independencia, y en el acta de independencia encontramos dos joyas: la primera es la la manifestación de que  se  declara la independencia para que el pueblo no la realice, porque tendría serios implicaciones para los criollos, hacendados que ostentaban el poder en dicho momento. La otra joya es que Gabino Gaínza, intendente de la corona española, queda sin moverse de su puesto, sin duda hay que tener en cuenta también  que  nuestro tristemente celebre “prócer” José Matías Delgado, luego de la llegada de la supuesta independencia, viajó a Estados Unidos buscando anexarnos a esa nación y también anexarnos a México. Entonce, la pregunta obligada es: ¿Cuál independencia? Si los mismos “próceres” buscaban que dependiéramos de otros países.

Por eso es que las y los salvadoreños carecemos de identidad “patriótica”, porque todo está erigido bajo una falsedad histórica, misma que es necesario construir pero buscando atrás de semejante barbarie que los españoles vinieron hacer con nuestros verdaderos ancestros, no esa falsedad de celebraciones que carecen de valor y que son más que todo un espectáculo y no parte de nuestra identidad.

Carlos Molina  

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