Entre chaparrones, populismo y promesas incumplidas

A este servidor, la vida le ha enseñado a no "aturrar la cara" a nada o a casi nada. En este transitar y en este pedazo de tierra en el que coincidí con todos ustedes, en más de una oportunidad he debido hacer de tripas corazón y enfrascarme en un esfuerzo adicional por esa tan ansiada sana convivencia en colectividad.

Las cosas las tomo como vienen y con la intención con las que se me envían. Date cuenta que la diferencia entre una alegría o un enojo, estriba en tu capacidad de interpretar y traducir todas las señales y acciones del exterior hacia tu interioridad, para que estas te afecten en menor o mayor cuantía. De vos depende, pues, que consigás una alegría o un amargo encabronamiento.

Algunas veces y bajo ciertas condiciones especiales, esta capacidad de interpretación y traducción hacia mi interioridad se queda corta o falta de argumentos al observar las grandes diferencias y precariedades con las que nuestro sufrido, engañado y vilipendiado pueblo, tiene que lidiar para  intentar salir adelante en la vida.

 

La observancia en retrospectiva, me deja la enseñanza de que si las promesas de cambio que vengo escuchando desde la gestión presidencial del ex-presidente Lemus, se hubiesen cumplido en al menos un cinco por ciento, quizás fuésemos una nación menos vulnerable de lo que somos ahora y, posiblemente tambien, menos presa de esa clase política que se usufructúa de nuestras necesidades y ansiedades.

 

Normalmente los desastres naturales o la época invernal ponen de manifiesto estas diferencias a las que hago referencia con este escrito. De la misma manera,  ponen en perspectiva la forma en que la clase política de este país intenta acaramelarse con tus necesidades, de la mano de una colchoneta o de un plato de frijoles, luego de que el río te llevó media vida de esfuerzos, vicisitudes y penurias.

Al observar al alcalde de esta capital en las zonas más vulnerables y de mayor necesidad, mediáticamente "bien" acompañado-, vienen a mi mente los recuerdos en los cuales él nos prometió en tiempos de campaña electoral, bóvedas y lagunas de laminación...todo para quedar burlados. Eso hace que, inevitablemente, la rabia surja dentro de mí e intente apoderarse de mi ser.
 
Escuchar esas tragedias humanas en las que la pobre gente que vive en condiciones pauperrimas, perdieron todo menos la dignidad, el deseo de luchar y de salir adelante, me da la esperanza que llegará el momento en el cual nos cansemos del populismo y la demagogia -coctel tan utilizado como ruta hacia la silla edilicia- y que, en contrapunto, nos recetemos una persona que llevará alivio proactivo a la población.

Cómo es posible que este alcalde pueda caminar libremente por estas calles y que nosotros, como pueblo, impotentes nos limitemos sólamente a expresar: "otro político más que no cumplió con sus promesas!".

Un par de preguntas me asaltan y me incomodan al observar a Norman Quijano: ¿cómo es posible que un candidato nos prometa el cielo y la tierra para que le demos nuestros votos y que, luego de llegar a la silla edilicia, simplemente se haga el desentendido o nos ponga pretextos que, en tiempos electorales, estaban soslayados.

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.Despertá, compatriota, y comenzá a exigir lo que te prometieron y lo que te pertenece!!

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Atlacatl

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