La economía salvadoreña en el 2010 y la cuestión de estar peor que antes

Una mirada en grandes líneas sobre el desempeño económico en el presente año, debería tener en cuenta fenómenos bien concretos: política comercial, política fiscal, política laboral y desempeño del sector productivo. En el primero, lo relevante es que, bajo la actual gestión del gobierno, el 2010 cierra con la firma del Acuerdo de Asociación y del avance en otros tratados comerciales, específicamente con Perú y Canadá.

Pese a los distintos nombres con que se intentan vender, estos tratados no son más que acuerdos de “libre comercio”. Libre comercio entre comillas porque no se limitan al ámbito comercial ni se enmarcan en una visión de libertad. En estos tratados el comercio es libre cuando se trata de las importaciones o, visto del otro lado, de las ventas que las empresas multinacionales hacen en el país. Pero, además, estos acuerdos no se encasillan en la esfera del comercio; sus dientes más agudos están en la parte de las inversiones: son tratados que dotan a las corporaciones extranjeras de facultades capaces de violentar nuestros derechos.



Pese a ello, el Ministerio de Economía y la Secretaría Técnica de la Presidencia se jactan de haber avanzado en las negociaciones de estos tratados, calificándolos –como igual lo hicieron en su momento los gobiernos de ARENA- de "mecanismos para alcanzar el desarrollo". Ciertamente, como lo expresan las cifras del Banco Central de Reserva, el resultado de la balanza comercial se deterioró aún más que en los años anteriores (sobre todo por el aumento de las importaciones provenientes de los Estados Unidos). En otras palabras, El Salvador compra más de lo que vende, haciendo que mucha de la riqueza aquí generada salga hacia el exterior.

En segundo lugar, en materia fiscal ciertamente la recaudación por impuestos ha aumentado en relación con el año pasado. No obstante, la comparación no es la más acertada. Ese incremento responde al mejoramiento relativo del consumo final, lo que ha mejorado la recaudación tributaria vía captación de IVA. Pero el IVA –aquí está el truco- es un impuesto pagado esencialmente por la población de menores ingresos. La gestión en materia fiscal parece haberse estancado, sobre todo lo relacionado con el Pacto Fiscal. Alex Segovia sostenía hace poco que "se empezará a cabildear el próximo año", y es lo mismo que nos dijeron el año pasado. Se ha profundizado la contratación de deuda con organismos financieros cuya “buena disposición” se basa en condicionar la acción del gobierno y en violentar el derecho fundamental de los pueblos a su autodeterminación (a su autonomía, a su libertad).
En lo relacionado al desempeño laboral, en lo que va del año se ha recuperado un poco más de la mitad del empleo perdido entre 2008 y 2009. El rubro de la industria manufacturera es el que más plazas ha recuperado; sin embargo, sectores como el de la construcción aun continúa sin recuperarse. Pero lo más preocupante es que si bien se han ido recuperando empleos, la tasa de desempleo continúa elevadísima, cifrándose entre el 40% y 50% de la población económicamente activa, según datos de un estudio reciente del PNUD. Asimismo, la tasa de subempleo asciende a 34%. Esto se debe en buena medida a la baja inversión: los ricos de este país invierten más en el extranjero, y lo que se invierte dentro del país es destinado al comercio, es decir, que es una inversión improductiva y se deja de lado los sectores productivos (por ejemplo, el agro) que son los que generan valor y riqueza; por tanto, es donde se generarían más empleos.

No hay que olvidar que no se trata sólo de que haya empleo, sino que éste sea digno y que haya una repartición justa del excedente generado. Es aplaudible que el Ministerio de Trabajo no haya accedido a la propuesta de flexibilidad laboral hecha por la Cámara de la Industria Textil, Confección y Zonas Francas de El Salvador, que consistía en ampliar la jornada de trabajo a 12 horas y mantener activa la planta productiva todos los días de la semana. El problema del desempleo no se resuelve con medidas de flexibilidad laboral. Eso, más bien, vuelve el empleo más precario.

El costo de la vida ha aumentado significativamente en 2010, ya que a noviembre de este año el valor de la Canasta Básica Urbana aumentó $19.68, y la rural $15.56, respecto a 2009, eso teniendo en cuenta los errores de omisión del cálculo de esta canasta. Lo que refleja la realidad es que el dinero cada vez alcanza menos, y que los salarios no aumentan así como aumentan los precios, esta situación conduce a precarizar las condiciones de vida de la mayoría de la población.

Pese a los señalamientos optimistas oficiales de recuperación de la economía para este año, todo indica que el crecimiento económico no llegará ni al 1%, dado el desenvolvimiento de la economía de Estados Unidos y dado el grado de dependencia que existe con este país. Una de las principales razones del poco crecimiento es la poca inversión privada y pública, el aumento del destino de los préstamos al consumo y no a la inversión, como resultado también del aumento de las importaciones y de las remesas; es decir, se consume más de lo que se produce.

La economía salvadoreña está lejos de ser incluyente, no sólo por el bajo crecimiento y las altas tasas de desempleo, sino también porque en su desenvolvimiento la clase trabajadora no ha tenido –ni tiene aún hoy- voz ni voto. De ahí que el mal desempeño de la economía vaya y afecte en toda su extensión a la clase trabajadora, la clase con menos recursos. Pero es por eso, precisamente, que son los trabajadores y trabajadoras unidos, los agentes llamados a transformar los hilos centrales de la economía.

Evelyn Martínez y Alberto Quiñonez.
Unidad de investigaciones de la Universidad Luterana
http://uls.edu.sv/blogs/investigacion/2010/12/

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