Los términos "carestía" y "clase media"

La economía salvadoreña está, desde hace meses, en profunda crisis, en grave recesión. Los gobiernos de Arena endeudaron al país, al grado que en este apartado ocupamos los primeros lugares en América Latina. Es apenas una estadística porque los niveles de corrupción fueron altísimos, tanto como las licitaciones amañadas, los “favores” fiscales a los grandes capitalistas y, desde luego, los privilegios a determinados grupos empresariales y monopolios internacionales, para manejar a su entera disposición el mercado nacional. El ex presidente Saca, semanas antes de traspasar el gobierno, se jactó de dejar un país con “una economía sana, con suficientes reservas para que el nuevo régimen continue con obras sociales y de bienestar general”. La costumbre inveterada de gobiernos autoritarios y prepotentes de dorar la píldora. La realidad fue otra: en sus primeras declaraciones, el Ministro de Hacienda, Carlos Cáceres, reveló que existía un déficit de 1,000 millones de dólares, y que prácticamente el Estado se encontraba en bancarrota. La economía “dolarizada”, una medida impuesta por el nefasto Francisco Flores, echaba agua por todos lados, las reservas eran descendentes y las más bajas de la historia del país. El conocer tal realidad y hacer un diagnóstico preciso, permitieron al gobierno tomar urgentes y necesarias medidas como impulsar una política anti inflacionaria; elaborar un presupuesto equilibrado y no deficitario, el cual, por cierto, fue aceptado por los distintos sectores económicos; desde luego, con la oposición esperada de los diputados del partido Arena. El titular de Hacienda, recordó que este paso inicial, más la “reforma tributaria”, ayudarían a estabilizar la economía, a captar fondos para programas sociales y a evitar que posibles efectos inflacionarios incidieran en los salarios reales e ingresos de los obreros y los campesinos. Agregó que los planes por desarrollar, también ayudarían a la “clase media”. La mayor parte de la fraseología anterior ya la tenemos muy vista, aplaudida y ovacionada. Nada más falta que el señor Ministro de Hacienda salga al escenario y reciba los reconocimientos de los grandes empresarios. Lo decimos porque las modificaciones hechas a la “reforma tributaria” no terminaron siendo del gusto de las mayorías poblacionales, como tampoco de las necesidades del fisco, ya que de una recaudación adicional estimada en 250 millones de dólares, únicamente se llegará a 180 millones. La diferencia es notable. En tal sentido, poco interés puede provocar, mucho menos servir de tranquilizante o sedante para las aspiraciones populares. Pero lo que no habíamos advertido en declaraciones anteriores de miembros del gabinete económico, es la teoría sobre la “clase media como base de una buena economía, sólida para el pueblo”. Más allá de las esperanzas, no sólo en la recaudación fiscal, sino en la estabilización económica, pese a no esperar un mínimo crecimiento durante este año (el presidente Funes, sin embargo, se mostró optimista al declarar que las señales internacionales, sobre todo de la lenta recuperación económica de los Estados Unidos de Norteamérica, indican que comenzaremos una franca recuperación), en la realización de muchas obras sociales y planes concretos para generar empleos y combatir drásticamente la delincuencia común. Todo esto deberá incidir en el desarrollo general del país y, como dicho está, en la promoción de la persona humana. El punto central para las autoridades de Hacienda, está en hacer avanzar a los sectores más vulnerables y a la “clase media”. A este propósito, el término “clase media” sigue prestándose a ciertas confusiones. Todavía hay quien la considera realmente una clase social y no un estrato o capa de nivel de ingreso. También resulta convencional a partir de qué nivel de ingreso se puede hablar de estratos medios y sus vínculos con el desarrollo humano. En numerosos estudios se hacen divisiones y subdivisiones. Es frecuente oír hablar de clase media baja y clase media alta. Muchas veces se identifican esas categorías con la pequeña y mediana burguesía, términos estos más asimilados a los conceptos de clases sociales. En todo caso, la burguesía se distingue porque es propietaria de medios de producción y un pequeño burgués los tiene en escala reducida. Por ejemplo, un maestro mecánico dueño de un tallercito (en nuestra capital abunda esta clase de negocios: mecánica, electricidad, pintura, se lee en los rótulos), donde, al mismo, tiempo trabaja él. Con ello se establece una combinación en los ingresos que percibe, que provienen tanto de su carácter de dueño de las herramientas y del establecimiento, como de su propia mano de obra. Pero no intentamos entrar en “cátedras vulgares” y ofender a nuestros lectores, sino llamar la atención sobre la filosofía económica del Ministro de Hacienda. Lo decimos porque en el nuevo censo por elaborar, o en proceso, los pequeños talleres, la “clase” media y el comercio informal ingresarán a la base de datos de Hacienda y tendrán que pagar sus impuestos. Al parecer se terminó con “ya está su carrito, el costo es tanto” y nunca se recibe la factura ni el detalle de los repuestos comprados y supuestamente instalados en el vehículo. Pero, además, aceptando que todos los habitantes de una nación formamos parte del pueblo, es poco usual manejar indistintamente los conceptos de clase media y pueblo. Los que a sí mismos se consideran miembros de ese estrato medio, con frecuencia les disgusta que los llamen pueblo. Creen que pueblo somos los desarraigados, los marginados y, particularmente, los obreros y los campesinos. A estos últimos trata Hacienda, simplemente, de evitar que los efectos de la carestía, de la recesión o de la inflación, incidan en sus ingresos; pero tal vez no constituyen la base de una buena economía. ¿Querrá esto decir que nuestro subdesarrollo ha creado esa clase media y que en ella se sustenta y autoalimenta? ¿Se reconoce abiertamente que la economía de mercado y la sociedad de consumo en que nos encontramos se rige, lisa y llanamente, por los deseos y hábitos que tiene el nivel medio y que nuestra meta es un país de “clase media”?. Hasta aquí llegamos con esta disgregación, en espera de los resultados de la aplicación de los impuestos al sector informal, a la “clase media” y las consideraciones que al final de la jornada, de la revisión fiscal, pues, se tuvo con los sectores económicamente poderosos del país. Por cierto...ya han visto las páginas en los periódicos sobre la orientación al consumidor? Se lee, por ejemplo: “cotización del día” y listan algunos artículos de primera necesidad. Se da un teléfono para quejas y se dice “para un mejor servicio”. Por qué dicen “cotización” y no “precios al público” o al “consumidor“? ¿Dónde se cotizan y por quién? y ¿qué es eso de “mejor servicio”? De seguro el caballero Armando Flores, al frente de la Defensoría del Consumidor, enfrenta grandes retos, presiones e indecisiones. No sabemos si tiene plena autonomía y si está facultado para imponer fuertes sanciones a los especuladores, sobre todo de productos de primera necesidad, de medicinas y de gas para el consumo del hogar. La coordinación no sólo debe ser con Economía, sino con los Ministerios de Hacienda y Trabajo. En fin, todavía hay mucho por hacer en este gobierno “del cambio”; mientras tanto, esperemos que el optimismo del señor presidente de la república, como las declaraciones de “estabilidad económica” del ministro de Hacienda, también encienda esperanzas en las mayorías poblacionales.

Pocote