8 de noviembre de 2009

La crisis del sistema político electoral

La renovación de la junta directiva de la Asamblea Legislativa, no ha logrado, sino excepcionalmente, sacudir el interés y la pasión de los salvadoreños fuera de los arreglos y las pugnas sordas que dentro de los partidos con registro oficial y con cuotas en las distintas comisiones -y con especialidad en Arena y el PCN- se desarrollan para configurar el nuevo orden en la cámara de diputados. Desde luego, en el mapa político nacional, nada será igual luego de la profunda escisión experimentada por el ahora partido de oposición.

Guardando las inevitables desproporciones, la situación se complica para el partido Arena, ya que no puede lograr ni mayoría simple con su tradicional apéndice, el  Partido de Conciliación Nacional, mientras que el FMLN puede hacerlo tanto con los votos de los “rebeldes”, como con los diputados del PCN. En términos simples y aritméticos, Cristiani y el Coena han perdido protagonismo y, si ustedes lo prefieren, un balance en la Asamblea Legislativa. Para el partido oficial y el mismo gobierno, en cambio, ese es el botín es la esperanza, es la meta para lograr la aprobación de leyes importantes, comenzando con el Presupuesto General de la Nación, la Ley de Ordenamiento Territorial, la Ley de Tarjetas de Créditos, la Ley de Acceso a la Información y todos los cambios anunciados en la Reforma Fiscal, próxima a ser presentada por el Ministerio de Hacienda.

La rebanada del pastel es pírrica para la derecha en su conjunto, sobre todo para políticos dew laderecha, tan dóciles como Rodolfo Parker, del PDC y Ciro Cruz Zepeda, del PCN, aunque a este último se le ha garantizado la permanencia en la presidencia de la Asamblea Legislativa, hasta enero de 2011, plazo en el cual será sustituido por Sigfrido Reyes,  miembro del FMLN.

Los salvadoreños, si nos atenemos a los sondeos de opinión realizados por un canal de televisión y por encuestas serias, rechazan por amplia mayoría al diputado Zepeda, a quien consideran un “político deshonesto y responsable de la aprobación de muchas leyes lesivas a la población”. Se recuerda su participación en el aumento al Impuesto al Valor Agregado (IVA),  en la venta de varias empresas estatales como las Telecomunicaciones (ANTEL), en la  privatización de la distribución de energía eléctrica (CAESS), en la privatización de las pensiones, la dolarización y tantos “madrugones” más.

Pero todo eso que comienza con la escisión de Arena y continúa con los pulsos legislativos, es nada más pugna interna, un capítulo de lo que podríamos llamar "el juego legalista", los espacios necesarios para unos, los golpes bajos para otros y la pérdida gradual de poder para los que desde siempre han manejado los hilos y las marionetas de la política nacional.

Si bien para los dirigentes de la derecha recalcitrante, la posición de los doce diputados rebeldes “tiene poca importancia” y por el contrario “Arena saldrá revitalizada” (según declaraciones de Gloria Salguero y Hugo Barrera), lo cierto es que en  los salvadoreños es téan anclada la idea del el principio del fin de un partido político y su gran mayoría de dirigentes y ex funcionarios con sendos señalamientos de corrupción, desfalco, contrabando, evasión y elusión fiscal. Es decir, podrán concretar la expulsión de los que ellos llaman “mala hierba”, pero no podrán detener la desintegración paulatina de un instituto político creado y financiado por la derecha oligárquica.

No es simplemente “salir fortalecido” de una aguda crisis, pues no se trata de limpiar de maleza el cultivo de cereales, sino que los problemas se originan en el autoritarismo, en la pugna por el poder y en la descomposición interna del partido, producto de la ambición, la soberbia y la prepotencia de muchos de sus dirigentes acostumbrados a mandar y a que se cumplan las órdenes, tal y como hacen con sus empleados y trabajadores de empresas y haciendas. Se les ha terminado el “poder de la exclusividad” de las decisiones fundamentales, como son: el control del aparato legislativo, de los mismos partidos apéndices y de sus resignadas comparsas.

Dentro de ese enmarañado proceso de “depuración” y de “arreglos internos” con bases y mandos medios, la estructura básica de Arena obliga, ahora sí, a un reparto entre los distintos sectores del partido, como un intento necesario para detener la crónica de una muerte anunciada. Las elecciones para diputados y concejos municipales ya se acercan y los dirigentes saben que no la tienen fácil, pues el mismo gobierno y el partido FMLN no les están facilitando las cosas y, por el contrario, desde el ejecutivo se están realizando muchas obras y proyectos que en estos primeros meses han sido bien recibidos por la población.

El presidente Funes no se ha distanciado de las cúpulas empresariales y las reformas tímidas que se anuncian dentro del pacto fiscal deberán ser consensuadas con los “grandes empresarios”; esperamos que también con los sindicatos, la mediana y pequeña empresa, los cooperativistas y todos aquellos sectores que son parte de las “fuerzas vivas” y actores de la producción nacional.

La necesaria reestructuración en el Órgano Legislativo, en la composición de los partidos políticos, debe pasar también por unas reformas sustanciales al sistema electoral; lo decimos porque otra de nuestras particularidades electorales es la costumbre, ya hecha tradición, de dar una curul, por ejemplo, a un locutor, otro a un dirigente campesino, sendas candidaturas para quienes presiden esas organizaciones de profesionistas, como economistas, ingenieros, arquitectos, médicos…etc., sin que el acomodo de jurisdicciones tropiece con preocupaciones de seleccionar atinadamente el distrito conveniente. Esto es, ustedes lo han visto en periodos electorales, que el dominio inexorable de un solo partido obliga a atender y a decidir los problemas electorales mucho antes de la elección, con lo cual ni siquiera los directamente favorecidos mantienen interés por una decisión ya conocida, saboreada o lamentada de antemano.

Los problemas partidarios, la pugna por el poder, las divisiones en el mismo seno de la Asamblea Legislativa, la inequidad en la selección de candidatos, deberían resolverse con una Ley de Partidos Políticos, por cierto una deuda pendiente de los llamados “padres de la patria”. Porque aun dentro de la desproporción obvia, el conjunto de los partidos políticos con registro oficial está totalmente fuera de la realidad actual del país.

Una respuesta contundente a este sistema, es el incrementado abstencionismo que es un claro rechazo y repudio de los ciudadanos ante ese cuadro partidista del que están explicablemente excluidas las corrientes mejor definidas de izquierda y derecha. Cuando los funcionarios gubernamentales y los oradores parlamentarios hablan de que en la Asamblea Legislativa están representadas todas las corrientes ideológicas que se advierten en el ámbito de la patria, saben que están mintiendo, convicción íntima que comparten quienes los escuchan y los aplauden.

No es esta ocasión de insistir en la exposición de las tremendas deficiencias, confusión e indefiniciones de que adolecen el artificial juego de partidos sostenido ya inútilmente, pues a nadie será posible hacerle creer que el PDC o el grupo de los doce diputados “rebeldes” de Arena, representan una viva corriente política dentro del panorama complicado de la problemática nacional. Si se dan reformas al sistema electoral, estas quedarán, frente a la próxima elección de diputados y concejos municipales, como un aumento de la dosis de estímulo y vitaminas que reciben las precarias minorías frente al FMLN, pues por lo que se ve, no hay ya tiempo ni oportunidad de vitalizar el cuadro partidista con corrientes auténticas, mucho menos de “resucitar” desde la sala de cuidados intensivos a una fiera gravemente herida, como lo es, ciertamente, Arena.

Las divisiones en este partido de derecha, como el abstencionismo a que hemos aludido, no son sólo un síntoma de la crisis universal de la democracia formalista. Es, en nuestro país, una prueba del descrédito, de la ya manifiesta y comprobada ineficacia de sistemas carcomidos que funcionaron demasiado tiempo, con las administraciones corruptas de los regímenes areneros, pero que deben ser sustituidos en sus características básicas. Por eso la impostergable necesidad de reformar profundamente el sistema electoral y aprobar en la Asamblea Legislativa una moderna Ley de Partidos Políticos.

Pocote

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4 comentarios:

  1. Anónimo10:02 a. m.

    es que ARENA debio entender desde el principio que nada es para siempre

    quizas ellos pensaron que iban a estar eternamente en el poder

    ahora que su instituto politico fracaso, porque es inegable que fracaso, quieren buscar culpables cuando el unico culpable es la prepotencia del sr. cristiani

    lo mejor de todo es que el FMLN disfruta de su mejor momento politico con todo el viento a favor

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  2. Anónimo10:09 a. m.

    es que los areneros no entienden: a nadie le agrada y a todos les cae mal ver a los ex presidentes, a los "presidentes" honorarios dirigiendo el partido.

    individuos que saqueron y robaron, que gobernaron mal, evidencian lo que ARENA es: un partido gastado, fracasado, viejo y que no tiene nada que ofrecer

    a El Salvador le hace falta una nueva derecha, una derecha democratica, no una como ARENA que se quedo en la guerra fria con el discurso viejo del anticomunismo

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  3. Anónimo10:21 a. m.

    Cuanto tienes cuanto vales, es un adagio de los salvadoreños, y de eso esta haciendo uso el el PCN con Arena y con el FMLN.
    Partido zombie, ahora resulta que va a votar al lado del FMLN ya abandono a arena, según acuerdo el PNC, seguirá en la presidencia de la Asamblea Legislativa, hasta enero del 2011, pero me hace pensar que no solo a ese acuerdo han llegado, ojala que el FMLN, no le haya ofrecido al partido zombie, la Presidencia de la Corte de cuentas, porque si así lo hacen tengan la seguridad que el Pueblo le pase la factura al FMLN.
    Lo curioso que vendaval va y vendaval viene y el PCN siempre se sostiene, esto hace pensar, que ese partido esta compuesto de Políticos inmorales.

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  4. Izquierda, Centro, Derecha y los extremos de cada una de estas sectas políticas en El Salvador, nunca van a dar un "Bienestar Común" a nosotros el pueblo Guanaco.
    Sino se concientizan socialmente, que para estar en el poder, para dar un "bien común" al pueblo salvatrucha, que no les pique la mano, para agarrar unos cuantos millones de dolares mal puestos.
    Como se mira que la gente, por tan solo unos miles de dolares, se arriesgan a perder su dignidad, respeto social, la confianza del pueblo y perder a sus amigos, solo por robar.
    Estos partidos políticos, todos los de El Salvador, pueden tener un manifiesto político con metas de mejorar al pueblo, pero, en el transcurso transendental de su existencia, se les unen gente, que tren la meta de arreglarse económicamente su situación financiera.
    En palabras del vulgo salvatrucha, llegan a "componerse".
    Con esta clase de gente en el GOES (gobierno de El Salvador), nunca el pueblo Guanaco va a llegar a una sociedad libre, sino, veamonos como estamos, solo el que tiene carro y armas de fuego, sale tranquilamente de su casa, sin miedo de no regresar.
    Pero, nosotros el pueblo Guanaco, sentimos la furia delicuencial desde los delincuentes comunes, hasta los de cuello blanco y de remate de los delicuentes asolapados, que son los dueños de medios y centros de trabajo.
    Bien, lo único que nos queda es hablar, con un impuesto de $0.04 el minuto.
    Edgar Aguilar
    http://revolucionsocialsalvatrucha.blogspot.com

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