Los compromisos de los oportunistas

Cuando desde hace varios meses hemos venido haciendo críticas severas sobre el comportamiento político, social, ético y moral de la cúpula del frente, y hemos dicho que lleva al partido en el claro sendero de la desgracia hacia la derecha, y que la dirigencia tiene hoy carácter contrarrevolucionario, y que al ejercer ésta sobre el partido una dominación inescrupulosa sobre el quehacer del instrumento, está convirtiéndolo también en un aparato contrarrevolucionario, hemos tenido la entera, absoluta y hoy innegable razón.

Por el Dr. Orestes Estrada
y el Padre Mauricio Merino

Sólo una cosa no habíamos dicho: que la cúpula es un grupúsculo de oportunistas y cínicos sin retorno. El proceso de descomposición de la dirigencia del Frente es de carácter irreversible. No hay esperanza alguna, no existe ya la remota duda de que algún día rectificarán, porque la podredumbre está, a estas alturas, engusanada, y no hay poder divino ni terrenal que pueda hacer cambiar esta realidad. Consumatum est!

La conducta de la cúpula no es casual. Tampoco es una táctica política fundamentada en las condiciones y circunstancias políticas actuales. Sus planteamientos y comportamientos no son el producto de una realidad que obliga a dar un paso o varios pasos hacia atrás, para avanzar varios metros después. No se trata de, como ponía de ejemplo Lenin en "La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo", que bajo ciertas circunstancias se hagan obligatorios determinados compromisos, pactos o hasta alianzas con  sectores, grupos o partidos contrarios, cuando las condiciones concretas, reales los exigen a fuerza de que para resistir o avanzar tengan indefectiblemente que hacerse.



Cuando las fuerzas propias son exiguas, cuando las condiciones internas y externas son todavía significativamente adversas, cuando las correlaciones de fuerzas aun son incipientes, cuando el conocimiento sobre la realidad no es una actividad formadora del pensamiento y la conciencia social, tanto en el propio seno del instrumento y medio conductor de las transformaciones ni del quehacer político social y que, por tanto, persiste la dispersión y atomización social, y cuando no se poseen las cualidades necesarias para la conducción del proceso ni del sujeto ni de las políticas ni de las sociales, es casi inmediatamente natural que no se atine a un rumbo tanto estratégico como táctico de lucha y tenga que encontrarse atado, supeditado, sujetado, dominado por las fuerzas dominantes.

Pero, una dirigencia y partido que se supone es fuerza política, con estas debilidades no puede hallarse más que a la intemperie, y no puede ser otra cosa que no sea un cascarón frágil de pulverizar. Si en lugar de constituir la fuerza aglutinadora, organizadora y orientadora del pueblo, de la sociedad, para su propia lucha, se ha convertido en el obstáculo, en el elemento disociador, quebrantador, mediatizador y embrutecedor que impide la organización y concientización social, y hasta combate a los instrumentos de lucha como los sindicatos y combate de manera acérrima las justas reivindicaciones y los objetivos de lucha de transformación de la injusticia estructural, no puede ser más que un instrumento contrarrevolucionario y oportunista.

A estas alturas de trayectoria histórica, ya no es concebible que el instrumento de transformación y lucha política, social, económica, cultural e ideológica del pueblo se encuentre en condiciones tan deplorables que sus fuerzas se hallen tan extenuadas y su capacidad de lucha esté tan diezmada que tenga que entregarse a los designios de la derecha y la oligarquía.

Las condiciones arriba expuestas son propias sólo de fuerzas y medios de lucha incipientes, que apenas inician su trayectoria, pero en un instrumento como el FMLN, cuyo recorrido y experiencia abarcan ya más de 40 años, con refuegos en todos los campos y ámbitos, es enteramente ridículo e inaceptable.

En experiencia y lucha revolucionaria tiene ya más de 40 años. En experiencia como partido político tiene 18. En experiencia parlamentaria tiene 16. Viene gobernando gobiernos locales desde hace 16 años. Tiene de experiencia en las bregas legislativas 16 años. Tiene una vasta experiencia administrativa en organizaciones no gubernamentales con carácter civil, que suman otros 18 años. Y hasta hoy no han sido capaces de paliar tan siquiera las agudas y graves condiciones de vida de comunidades, ni de cooperativas, ni de los municipios y mucho menos del pueblo en general.

Por ejemplo, han administrado por suficiente tiempo las alcaldías como para que estas se hubieran ya convertido siquiera en medios de transformación del pensamiento y la predominante ideología conservadora de la derecha. Pero no lo han podido hacer. Cada evento electoral los pone en la razonable zozobra de si serán capaces de mantener el poder. Los gobiernos locales habrían de ser, a estas alturas, por lo menos fuentes de transformación social.

Pero han perdido hasta la capacidad de pensar, de ser creativos. Se sabe que las entidades se enfrentan a necesidades inalcanzables con recursos limitados y casi fijos, es decir invariables. Las necesidades serán siempre, de esta manera, superiores a los recursos. Sin embargo, no se han preocupado por crear e incentivar nuevas iniciativas que permitan reestructurar o impulsar  una infraestructura productiva que genere nuevas relaciones económicas, productivas y de distribución que procuren ingresos económicos entre sus propias poblaciones, y que, por tanto, generen mayores recursos a las municipalidades, por ejemplo.

En lugar de eso, se han dedicado a administrar el poder de los poderosos, los recursos de los poderosos, las instituciones del sistema de los poderosos, sin haberse podido soltar de esa dependencia que los convierte en regentes del poder. Es definitivamente imposible pensar que acomodándose a simplemente administrar, lograrán las transformaciones sociales. Es el mismo caso y experiencia que estamos viviendo con el gobierno tripartito de Funes, la cúpula del Frente y la derecha, vigente en la actualidad.

Pero ahora, contrario a toda nueva perspectiva que impulse según las condiciones actuales nuevos caminos y rumbos fundamentados en la experiencia y compromisos históricos que permitan avanzar en los procesos de transformación y revolucionarios, adoptan la opción preferencial por la oligarquía.

Sin embargo, no se han conformado con esto, pues se han comprometido a combatir intransigente y persistentemente toda fuente, toda iniciativa, todo recurso, toda organización, todo instrumento del pueblo, de trabajadores, empleados y asalariados que incentive y promueva la lucha reivindicativa, social y contra la injusticia estructural. El compromiso con la oligarquía y la derecha es total, absoluto. Ejemplos? Pongamos algunos: Caso sindicato Asamblea Legislativa, caso huelga del CENTA, caso huelga Salud, caso huelga ISSS, casos campañas de propaganda de desprestigio, difamaciones y calumnias contra el movimiento sindical, social y Radio Cadena Mi Gente, entre otros muchos comportamientos reaccionarios más.

En fin, suponiendo que sea coyunturalmente necesario mantener cierto comportamiento político conciliador, cierto comportamiento político moderado, cierto comportamiento político pragmático, cierto comportamiento político de pactos y alianzas, cierto comportamiento político de cabildeos y búsqueda de acuerdos y relaciones legislativas con todos o algunos partidos de derecha y hasta con la oligarquía, cierto comportamiento de indulgencia con la derecha y la oligarquía desde el Ejecutivo, lo que verdadera e indiscutiblemente desnuda a la cúpula del Frente de sus propias miserias oportunistas y contrarrevolucionarias es su conducta frente a los problemas del pueblo.

Se han comprometido con la injusticia estructural. Son hoy los capataces contra los empleados y trabajadores. Han mantenido y profundizado la ineptitud, la incompetencia y la indignidad de las instituciones del Estado. Han mantenido y profundizado las desigualdades de injusticia estructural y salarial en las entidades del gobierno. Han mantenido y profundizado la conflictividad entre trabajadores y patronos, inclinándose al lado de éstos últimos. Han mantenido y profundizado las carencias de conocimiento y conciencia del pueblo. Han mantenido y profundizado la crisis de incremento de los precios de los productos de consumo básico. Han mantenido y profundizado el incremento de los costos de los servicios públicos. Han mantenido, profundizado y consolidado la arbitrariedad, la explotación laboral y el despojo en contra del pueblo por parte de las empresas transnacionales.

Una cosa son los compromisos pragmáticos, por necesidad coyuntural, impuestos por las condiciones concretas del momento, y otra la rendición y el oportunismo, el combate contra su propio origen, contra los compromisos históricos sociales con el pueblo.

Para ilustrar lo dicho, citemos a Lenin sobre los compromisos en una reflexión que hace en el libro arriba referenciado: “Figúraos que el automóvil en que vais es detenido por unos bandidos armados. Les dais el dinero, el pasaporte, el revólver, el automóvil, pero, a cambio de esto, os veis desembarazados de la agradable vecindad de los bandidos. Se trata, evidentemente, de un compromiso. Do ut des (“te doy” mi dinero, mis armas, mi automóvil, “para que me des” la posibilidad de marcharme en paz). Pero difícilmente se encontraría un hombre que no esté loco y que declarase que semejante compromiso es “inadmisible en principio” y denunciase al que lo ha concertado como cómplice de los bandidos (aunque éstos, una vez dueños del auto y de las armas, los utilicen para nuevos pillajes).”

En otras palabras, es muy probable que la dirigencia pretenda hacer pasar por admisibles y hasta de "tácticas extraordinarias" sus planteamientos y conducta política actual. Pero, no es así. Sigamos leyendo a Lenin. “Hay compromisos y compromisos. Es preciso saber analizar la situación y las circunstancias concretas de cada compromiso o de cada variedad de compromiso. Debe aprenderse a distinguir al hombre que ha entregado a los bandidos su bolsa y sus armas, con el fin de disminuir el mal causado por ellos y facilitar su captura y ejecución, del que da a los bandidos su bolsa y sus armas para participar en el reparto del botín.” ¿Queda claro?

Aquí radica la verdadera naturaleza de la cúpula del Frente. No es nada nuevo. Un considerable contingente de izquierda ha sido indulgente con la dirigencia, a pesar de los acontecimientos: abandono y engaños desde los Acuerdos de Chapultepec, donde marginaron y excluyeron a la gran mayoría de combatientes y luchadores, no sólo de una reinserción digna sino hasta de la participación política dentro del instrumento, y en su lugar abrieron las puertas a muchos parásitos y oportunistas, y se reinsertaron ellos en condiciones privilegiadas.

Desde entonces, la dirigencia que es la misma desde hace varias décadas, abandonó la lucha política, la organización social y los procesos de concientización y formación de pensamiento. Con todo esto, una buena mayoría de excombatientes, de revolucionarios, guardaron lejanamente la esperanza de que podía llegar el momento de la rectificación, que era posible el retorno a la historia. Pero no ha sido así. El voto de la duda ha quedado ya sin valor, ha sido despejado por la certeza de una realidad que nos grita, en alaridos, sólo dos alternativas: la resignación o la lucha!

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