La educación superior es y, en tanto no se tome cartas en el asunto, seguirá siendo un gran negocio lucrativo en El Salvador. Quienes están al frente del Ministerio de Educación lo saben muy bien, pues uno de los viceministros laboró por años en una universidad privada. Es muy bien conocido que a pesar de las deficiencias en la calidad de la enseñanza universitaria, la demanda del servicio educativo se incrementa con celeridad, año tras año. La clientela sobra por millares, al igual que los problemas por estudiar; pero, las instituciones no son ni suficientes ni competentes para encararlos.
Éstas han recurrido a prácticas de supervivencia que constantemente ponen en tela de juicio su calidad académica y su ética. Una de esas prácticas tiene que ver con el valor social conferido a la obtención de diferentes grados académicos. Conforme pasan los años, son más las evidencias de la laxitud con que se llevan a cabo los procesos de admisión, acreditación y evaluación a nivel superior. Sin embargo, esa flexibilidad tiene un poderoso parapeto: la imagen que históricamente hemos construido y concedido a los grados académicos, a los espacios donde se ofrece la preparación para obtenerlos y a los actores que participan en los procesos de enseñanza-aprendizaje correspondientes.
El halo de omnisciencia y de poder incuestionable que rodea a La Universidad, llega a ser una coraza que cubre serias deficiencias. Existe una penosa paradoja: la abrumadora producción de datos que dio pie al término “sociedad de la información”, camina junto a una gastada capacidad de asombro. El individuo queda rebasado ante el frenético flujo informativo, sabe que ni sumando varias vidas podría llegar a conocer todo lo que se genera en los medios impresos de comunicación o en Internet. Por tanto, declina a priori, aun y cuando su competencia profesional vaya de por medio. Es aquí cuando el actual progreso científico-tecnológico debería entrar a examen. Los medios, lugares y personas, académica y socialmente obligadas para desarrollar esta tarea de evaluación, son los que pertenecen al ámbito de la educación superior.
Pero, de nuevo emerge otra contradicción, alimentada por incompetencias transversales: primero, el estudioso no lo es tanto cuando se supone que debería aspirar a la erudición en su área; segundo, sus producciones no cumplen con el nivel de profesionalismo esperado; y, tercero, los recintos que se anuncian como "académicos", respaldan lo que no llega a tener esa cualidad, pese a que la solvencia y estatura moral de la institución superior pudiera quedar en entredicho. Hoy, parece que este malestar se reproduce sin provocar alarma. Productos de medio pelo intentan dar línea en diferentes campos y solucionar complejas crisis que entrampan al país, pero siendo juez y parte de ellas.
Se busca aparentar solvencia, poniendo a la cabeza el nombre de ciertas instituciones de rango superior. Y ellas, a su vez, siguen teniendo que ver en este enredo porque confieren títulos de suficiencia profesional sin el debido rigor. Graduar a muchos les permite no quedar fuera de la jugada del voraz mercado de la educación. Antes, en la Universidad de El Salvador, UES, ocupar una silla en un aula representaba una oportunidad no concedida a cualquiera. Era un reto personal de alto grado de dificultad no sólo por el valor atribuido al conocimiento en sí mismo, sino por la actitud de compromiso que asumían quienes mostraban un auténtico deseo y pasión por aprender.
Por ejemplo, el acopio de datos en las décadas de los setenta y ochenta, representaba para los universitarios, búsquedas minuciosas que implicaban bastante tiempo, años quizá, y lecturas acuciosas, pese a las condiciones de preguerra y posterior guerra civil. Las huellas de tales empeños quedaron en los textos logrados o en los agudos debates científicos y políticos que entablaban los miembros de la comunidad universitaria. Se respiraba aires académicos distintos. Ahora, a pesar de que en El Salvador sigue siendo una minoría privilegiada la que estudia una carrera profesional, se va arraigando cada vez más la siguiente idea: el acceso a una universidad es un escalón más que pisar en la trayectoria escolar. Un paso común y a la mano que poco tiene de encanto y mucho de imposición, y que provoca el alza de la demanda.
La universidad, entonces, entra a la dinámica de la oferta o del servicio, y corre el riesgo de tener que dar al cliente lo que pida. Al buscar la captación y retención de una determinada matrícula, como lo hacen actualmente las universidades privadas anunciándose como cualquier producto barato, la salud académica se pone en jaque. Este ambiente lleva a suponer que el objetivo es lograr la obtención de un grado como si se tratara de una lista de compras del supermercado. La ley del menor esfuerzo se impone y los ambientes educativos van moldeándose a ella.
Las instituciones no escapan ni desconocen esta situación y, por su parte, tienen el interés de evitar que los estudiantes deserten. Vocación profesional o espíritu de servicio, entonces, ya no son prioridad. Son otro tipo de usos y costumbres los que se le dan a eso de ser “doctor”, “licenciado” o “ingeniero”. Lo relajado, y no lo contrario, es lo que embona sin tanto conflicto en la lógica educativa hedonista y neoliberal del presente siglo. El laxo camino detrás de la consecución de un grado profesional, ha marcado pautas poco afortunadas.
Al existir numerosas muestras de que el modelo para otorgar títulos de carreras profesionales sigue siendo “todo un éxito” y “ejemplo de crecimiento”, era de esperarse que invadiera el siguiente nivel de la educación superior, la maestría, que va adquiriendo más popularidad y adeptos. Existen maestrías que bien pudieran pasar como cursos, diplomados; otras más, con títulos extravagantes o de una especialidad tal que despiertan el escepticismo. La exigencia en ese nivel también refleja lagunas.
Las justificaciones para tolerar lo intolerable, nos llevan de regreso a varios de los puntos ya tratados como son la ley de la oferta y la demanda, así como el tipo de competencias con el que el profesionista ingresa a este nivel. A estas alturas de la historia académica de un alumno, una formación torcida no suele enderezarse. Por el contrario, confirman que la incompetencia sí puede escabullirse y hasta ser justificada. Y siguen escalando. La energía que se supone deben canalizar a la academia, a la investigación, a la lectura de revistas científicas o a la contrastación de fuentes, está encaminada con vehemencia a la elaboración de justificaciones que busquen la misericordia magisterial que se traduce en acreditar materias.
Es una vergüenza comenzar a detectar que los síntomas en materia de deterioro académico a nivel superior comienzan a manifestarse en las maestrías. Pero qué se podía esperar. Por ahí medran ya algunos nuevos profesionales posmodernos y la mayoría graduados por correspondencia que, de hecho, demandan ser llamados así, “máster” o “doctor” porque “su buen trabajo les ha costado”. A sus tarjetas de presentación han agregado el remate “Ph.D.”, es decir, “Philosopher Doctor” cuando ni siquiera pueden entablar una conversación lógica y fluida en su lengua materna. Son títulos logrados al vapor, producto de la cadena de incompetencias transversales ya citadas.
Varios de estos profesionales del nuevo milenio, si en algo se especializaron fue en encontrar los recovecos de sistemas educativos que, para subsistir, van ensanchando la manga de la permisividad. Si en el grado anterior, la maestría, pese a la incompetencia tantos pudieron alcanzar su título, por qué habría de cambiar el patrón. Estos nuevos profesionales patitos, como bien pueden ser definidos en complicidad con el argot popular, no conocen con certeza metodologías de la investigación científica porque, obviamente, tampoco han investigado con seriedad, ni piensan hacerlo. Sus publicaciones llegan a la friolera de cero porque tampoco cuentan con una auténtica inquietud por la cultura libresca.
Si leyeron durante su paso por la universidad, fue por obligación y con desagrado. Sus construcciones de conocimientos, que es lo que se espera de un graduado profesional, son meras especulaciones que dejaron enterradas en trabajos mal elaborados, ensayos apresurados, de cuartillas que fueron producto de la impune transcripción de libros. Ya comienzan a multiplicarse nuestros nuevos máster y doctores, y ay! de aquél que se atreva a afirmar lo contrario. Por supuesto que sí existen casos en los que la obtención del grado a nivel superior es congruente y honorable.
Precisamente, por respeto a ellos y a los esfuerzos notables que realizan las instituciones educativas a nivel superior comprometidas con la honestidad académica, es que los casos de fraude deben ser denunciados. Son un cáncer que, como se ha explicado, amenaza con una veloz y despiadada expansión. Según Pierre André Blondy, "la educación superior se ha convertido en un negocio altamente rentable, con el afán de mantener de modo sistemático la ignorancia y la mediocridad del pueblo salvadoreño".
El beneficio lucrativo de la mayoría de las universidades privadas se basa en tres fuentes de enriquecimiento:
1) Altas cuotas de pago de matrícula, mensualidades, de graduación, uso de laboratorios y computadoras.
2) Salario de miseria que les pagan a los profesores
3) Los dueños de las universidades también son propietarios de las librerías, cafeterías, parqueos y centros de fotocopias que hay en los alrededores de dichos centros educativos, así como del terreno o edificio que rentan a la misma universidad, esto con el fín de absorber el máximo de ganancia posible y así no tener que justificar ante pares evaluadores, sus suculentas ganancias. Por los salarios de miseria que le pagan al educado,r las universidades privadas se convierten en antros de explotación de éste.
La mayoría de académicos que enseñan en las universidades, son profesionales jubilados, los cuales tienen otro trabajo mal remunerado o están desempleados. Incluso, hay profesores que están contratados a medio tiempo, pero los hacen trabajar a tiempo completo, y ellos aceptan por "necesidad económica". Sostiene Blondy que las relaciones entre los profesores y los dueños de las universidades privadas, en la mayoría de los casos son feudales: los patronos tratan a los subalternos con prepotencia y autoritarismo, con lo cual generan relaciones y conductas de servilismo, humillación y denigración.
Esta es una de las razones que explica el bajísimo nivel académico de los profesores y de los estudiantes universitarios. Concluye Blondy que los dueños de estas universidades "invierten fuertes sumas de dinero en publicidad, tratan de hace creer que tienen alto nivel académico, científico y tecnológico". Sin embargo, del montón de universidades se puede decir que de éstas sólo dos o tres dispensan una educación de gran calidad. Por cierto, son las que no invierten en anuncios en los medios de comunicación, porque la publicidad de ellas es la calidad del producto y de los exitos académicos que generan.
Aunque supuestamente pasan por evaluaciones periódicas, la mayoría de las universidades privadas tienen una pésima docencia, no hacen proyección social. En cuanto a la investigación acaémica, la evaluación es nula. Ellos llaman investigación a cualquier cosa para afirmar que sí la hacen, no tienen investigadores a tiempo completo, integral ni exclusivo, tampoco presupuesto determinado al respecto, y, como tal, al momento que informan al MINED sobre sus gastos en investigación, toman en cuenta el salario de los supuestos investigadores, el gasto de electricidad, de agua, transporte de los estudiantes que ellos mismos pagan de su bolsillo, refrigerios que los estudiantes llevan consigo y otras cosas más que terminan por inflar el falso presupuesto asignado a la "investigación".
La educación sería más digna si los profesores contratados por las universidades privadas recibieran un salario digno. Pero, una “universidad particular”, antes que un centro de educación superior, es un negocio redondo. Prestemos atención a las universidades que abundan en el país y que supuestamente cumplen con la tan misión de atender al sector estudiantil que, o bien no pudo ingresar a la UES y se vio obligado a salir (ejércitos de reprobados, castigados, excluidos o tildados de “jóvenes revoltosos”).
¿Es negocio atender un centro educativo que recicla a los jóvenes no aceptados en la UES? ¿Es rentable sostener una institución que ofrece "educación superior" a quienes, por su bajo rendimiento escolar, no pasaron un examen cuya verdadera finalidad era la de marginar? La proliferación de técnicos, licenciaturas y maestrías que se ofrecen hoy en día, aunque están constreñidas por las famosas ACREDITACIONES (reconocimiento de validez oficial de estudios por parte del MINED), son de una calidad que se debería analizar a fondo. Y todavía hay quienes están dispuestos a invertir en una formación que improvisaron unos cuantos profesores, con tal de que sus cuentas bancarias lleven más ceros a la derecha. Hay gente para todo.
En la ciudad capital, por ejemplo, una de las tantas universidades particulares ofrecía la “Licenciatura en administración del tiempo libre”. ¿Para qué se continúan los estudios de nivel superior? ¿Para ser “licenciado” o para adquirir conocimientos, destrezas y habilidades que se aplicarán en la vida laboral? El papel de la universidad privada en El Salvador, no es precisamente el de dotar “universalidad” al alumnado, pero el mito de que "acudir a la universidad es para obtener un rango de vida mejor", hace que proliferen estos negocios y provoquen la rpmoción de pésimos y nulos “licenciados”.
Y estos sujetos, mal preparados pero muy astutos, convencerán a sus padres para el financiamiento de una maestría. Y si la universidad, como ya lo están haciendo algunas, lo proporciona, pues igual irán hasta el doctorado. Y tenemos ejércitos de alumnos y profesionistas de oropel en un país que no está generando empleos, los ucales, al final, terminan trabajando como docentes de colegios o universidades privadas. El fin último de estas universidades no es invertir en la docencia, la proyección social ni en la investigación, sino sacar el mayor lucro posible; claro, en complicidad con la Dirección de Educación Superior del Ministerio de Educación.
Por hoy, al Ministerio de Educación no le queda mas que tres caminos a tomar:
1- Realizar, cuanto antes, una reforma educativa congruente con el sistema educativo que necesitamos, desde el nivel parvulario hasta el preuniversitario.
2- Evaluar a las instituciones formadores de profesores para tener un diagnóstico real de lo que tenemos y tomar el rumbo correcto de lo que queremos,
y 3- Dotar de un presupuesto justo a la Universidad de El Salvador, pero condicional a que ésta se comprometa a elaborar un plan de desarrollo que implique una reforma universitaria, pues de continuar así, la educación superior seguirá siendo un negocio lucrativo para los dueños de universidades privadas.
MIPTIES.
Colaboración especial para El Trompudo
Éstas han recurrido a prácticas de supervivencia que constantemente ponen en tela de juicio su calidad académica y su ética. Una de esas prácticas tiene que ver con el valor social conferido a la obtención de diferentes grados académicos. Conforme pasan los años, son más las evidencias de la laxitud con que se llevan a cabo los procesos de admisión, acreditación y evaluación a nivel superior. Sin embargo, esa flexibilidad tiene un poderoso parapeto: la imagen que históricamente hemos construido y concedido a los grados académicos, a los espacios donde se ofrece la preparación para obtenerlos y a los actores que participan en los procesos de enseñanza-aprendizaje correspondientes.
El halo de omnisciencia y de poder incuestionable que rodea a La Universidad, llega a ser una coraza que cubre serias deficiencias. Existe una penosa paradoja: la abrumadora producción de datos que dio pie al término “sociedad de la información”, camina junto a una gastada capacidad de asombro. El individuo queda rebasado ante el frenético flujo informativo, sabe que ni sumando varias vidas podría llegar a conocer todo lo que se genera en los medios impresos de comunicación o en Internet. Por tanto, declina a priori, aun y cuando su competencia profesional vaya de por medio. Es aquí cuando el actual progreso científico-tecnológico debería entrar a examen. Los medios, lugares y personas, académica y socialmente obligadas para desarrollar esta tarea de evaluación, son los que pertenecen al ámbito de la educación superior.
Pero, de nuevo emerge otra contradicción, alimentada por incompetencias transversales: primero, el estudioso no lo es tanto cuando se supone que debería aspirar a la erudición en su área; segundo, sus producciones no cumplen con el nivel de profesionalismo esperado; y, tercero, los recintos que se anuncian como "académicos", respaldan lo que no llega a tener esa cualidad, pese a que la solvencia y estatura moral de la institución superior pudiera quedar en entredicho. Hoy, parece que este malestar se reproduce sin provocar alarma. Productos de medio pelo intentan dar línea en diferentes campos y solucionar complejas crisis que entrampan al país, pero siendo juez y parte de ellas.
Se busca aparentar solvencia, poniendo a la cabeza el nombre de ciertas instituciones de rango superior. Y ellas, a su vez, siguen teniendo que ver en este enredo porque confieren títulos de suficiencia profesional sin el debido rigor. Graduar a muchos les permite no quedar fuera de la jugada del voraz mercado de la educación. Antes, en la Universidad de El Salvador, UES, ocupar una silla en un aula representaba una oportunidad no concedida a cualquiera. Era un reto personal de alto grado de dificultad no sólo por el valor atribuido al conocimiento en sí mismo, sino por la actitud de compromiso que asumían quienes mostraban un auténtico deseo y pasión por aprender.
Por ejemplo, el acopio de datos en las décadas de los setenta y ochenta, representaba para los universitarios, búsquedas minuciosas que implicaban bastante tiempo, años quizá, y lecturas acuciosas, pese a las condiciones de preguerra y posterior guerra civil. Las huellas de tales empeños quedaron en los textos logrados o en los agudos debates científicos y políticos que entablaban los miembros de la comunidad universitaria. Se respiraba aires académicos distintos. Ahora, a pesar de que en El Salvador sigue siendo una minoría privilegiada la que estudia una carrera profesional, se va arraigando cada vez más la siguiente idea: el acceso a una universidad es un escalón más que pisar en la trayectoria escolar. Un paso común y a la mano que poco tiene de encanto y mucho de imposición, y que provoca el alza de la demanda.
La universidad, entonces, entra a la dinámica de la oferta o del servicio, y corre el riesgo de tener que dar al cliente lo que pida. Al buscar la captación y retención de una determinada matrícula, como lo hacen actualmente las universidades privadas anunciándose como cualquier producto barato, la salud académica se pone en jaque. Este ambiente lleva a suponer que el objetivo es lograr la obtención de un grado como si se tratara de una lista de compras del supermercado. La ley del menor esfuerzo se impone y los ambientes educativos van moldeándose a ella.
Las instituciones no escapan ni desconocen esta situación y, por su parte, tienen el interés de evitar que los estudiantes deserten. Vocación profesional o espíritu de servicio, entonces, ya no son prioridad. Son otro tipo de usos y costumbres los que se le dan a eso de ser “doctor”, “licenciado” o “ingeniero”. Lo relajado, y no lo contrario, es lo que embona sin tanto conflicto en la lógica educativa hedonista y neoliberal del presente siglo. El laxo camino detrás de la consecución de un grado profesional, ha marcado pautas poco afortunadas.
Al existir numerosas muestras de que el modelo para otorgar títulos de carreras profesionales sigue siendo “todo un éxito” y “ejemplo de crecimiento”, era de esperarse que invadiera el siguiente nivel de la educación superior, la maestría, que va adquiriendo más popularidad y adeptos. Existen maestrías que bien pudieran pasar como cursos, diplomados; otras más, con títulos extravagantes o de una especialidad tal que despiertan el escepticismo. La exigencia en ese nivel también refleja lagunas.
Las justificaciones para tolerar lo intolerable, nos llevan de regreso a varios de los puntos ya tratados como son la ley de la oferta y la demanda, así como el tipo de competencias con el que el profesionista ingresa a este nivel. A estas alturas de la historia académica de un alumno, una formación torcida no suele enderezarse. Por el contrario, confirman que la incompetencia sí puede escabullirse y hasta ser justificada. Y siguen escalando. La energía que se supone deben canalizar a la academia, a la investigación, a la lectura de revistas científicas o a la contrastación de fuentes, está encaminada con vehemencia a la elaboración de justificaciones que busquen la misericordia magisterial que se traduce en acreditar materias.
Es una vergüenza comenzar a detectar que los síntomas en materia de deterioro académico a nivel superior comienzan a manifestarse en las maestrías. Pero qué se podía esperar. Por ahí medran ya algunos nuevos profesionales posmodernos y la mayoría graduados por correspondencia que, de hecho, demandan ser llamados así, “máster” o “doctor” porque “su buen trabajo les ha costado”. A sus tarjetas de presentación han agregado el remate “Ph.D.”, es decir, “Philosopher Doctor” cuando ni siquiera pueden entablar una conversación lógica y fluida en su lengua materna. Son títulos logrados al vapor, producto de la cadena de incompetencias transversales ya citadas.
Varios de estos profesionales del nuevo milenio, si en algo se especializaron fue en encontrar los recovecos de sistemas educativos que, para subsistir, van ensanchando la manga de la permisividad. Si en el grado anterior, la maestría, pese a la incompetencia tantos pudieron alcanzar su título, por qué habría de cambiar el patrón. Estos nuevos profesionales patitos, como bien pueden ser definidos en complicidad con el argot popular, no conocen con certeza metodologías de la investigación científica porque, obviamente, tampoco han investigado con seriedad, ni piensan hacerlo. Sus publicaciones llegan a la friolera de cero porque tampoco cuentan con una auténtica inquietud por la cultura libresca.
Si leyeron durante su paso por la universidad, fue por obligación y con desagrado. Sus construcciones de conocimientos, que es lo que se espera de un graduado profesional, son meras especulaciones que dejaron enterradas en trabajos mal elaborados, ensayos apresurados, de cuartillas que fueron producto de la impune transcripción de libros. Ya comienzan a multiplicarse nuestros nuevos máster y doctores, y ay! de aquél que se atreva a afirmar lo contrario. Por supuesto que sí existen casos en los que la obtención del grado a nivel superior es congruente y honorable.
Precisamente, por respeto a ellos y a los esfuerzos notables que realizan las instituciones educativas a nivel superior comprometidas con la honestidad académica, es que los casos de fraude deben ser denunciados. Son un cáncer que, como se ha explicado, amenaza con una veloz y despiadada expansión. Según Pierre André Blondy, "la educación superior se ha convertido en un negocio altamente rentable, con el afán de mantener de modo sistemático la ignorancia y la mediocridad del pueblo salvadoreño".
El beneficio lucrativo de la mayoría de las universidades privadas se basa en tres fuentes de enriquecimiento:
1) Altas cuotas de pago de matrícula, mensualidades, de graduación, uso de laboratorios y computadoras.
2) Salario de miseria que les pagan a los profesores
3) Los dueños de las universidades también son propietarios de las librerías, cafeterías, parqueos y centros de fotocopias que hay en los alrededores de dichos centros educativos, así como del terreno o edificio que rentan a la misma universidad, esto con el fín de absorber el máximo de ganancia posible y así no tener que justificar ante pares evaluadores, sus suculentas ganancias. Por los salarios de miseria que le pagan al educado,r las universidades privadas se convierten en antros de explotación de éste.
La mayoría de académicos que enseñan en las universidades, son profesionales jubilados, los cuales tienen otro trabajo mal remunerado o están desempleados. Incluso, hay profesores que están contratados a medio tiempo, pero los hacen trabajar a tiempo completo, y ellos aceptan por "necesidad económica". Sostiene Blondy que las relaciones entre los profesores y los dueños de las universidades privadas, en la mayoría de los casos son feudales: los patronos tratan a los subalternos con prepotencia y autoritarismo, con lo cual generan relaciones y conductas de servilismo, humillación y denigración.
Esta es una de las razones que explica el bajísimo nivel académico de los profesores y de los estudiantes universitarios. Concluye Blondy que los dueños de estas universidades "invierten fuertes sumas de dinero en publicidad, tratan de hace creer que tienen alto nivel académico, científico y tecnológico". Sin embargo, del montón de universidades se puede decir que de éstas sólo dos o tres dispensan una educación de gran calidad. Por cierto, son las que no invierten en anuncios en los medios de comunicación, porque la publicidad de ellas es la calidad del producto y de los exitos académicos que generan.
Aunque supuestamente pasan por evaluaciones periódicas, la mayoría de las universidades privadas tienen una pésima docencia, no hacen proyección social. En cuanto a la investigación acaémica, la evaluación es nula. Ellos llaman investigación a cualquier cosa para afirmar que sí la hacen, no tienen investigadores a tiempo completo, integral ni exclusivo, tampoco presupuesto determinado al respecto, y, como tal, al momento que informan al MINED sobre sus gastos en investigación, toman en cuenta el salario de los supuestos investigadores, el gasto de electricidad, de agua, transporte de los estudiantes que ellos mismos pagan de su bolsillo, refrigerios que los estudiantes llevan consigo y otras cosas más que terminan por inflar el falso presupuesto asignado a la "investigación".
La educación sería más digna si los profesores contratados por las universidades privadas recibieran un salario digno. Pero, una “universidad particular”, antes que un centro de educación superior, es un negocio redondo. Prestemos atención a las universidades que abundan en el país y que supuestamente cumplen con la tan misión de atender al sector estudiantil que, o bien no pudo ingresar a la UES y se vio obligado a salir (ejércitos de reprobados, castigados, excluidos o tildados de “jóvenes revoltosos”).
¿Es negocio atender un centro educativo que recicla a los jóvenes no aceptados en la UES? ¿Es rentable sostener una institución que ofrece "educación superior" a quienes, por su bajo rendimiento escolar, no pasaron un examen cuya verdadera finalidad era la de marginar? La proliferación de técnicos, licenciaturas y maestrías que se ofrecen hoy en día, aunque están constreñidas por las famosas ACREDITACIONES (reconocimiento de validez oficial de estudios por parte del MINED), son de una calidad que se debería analizar a fondo. Y todavía hay quienes están dispuestos a invertir en una formación que improvisaron unos cuantos profesores, con tal de que sus cuentas bancarias lleven más ceros a la derecha. Hay gente para todo.
En la ciudad capital, por ejemplo, una de las tantas universidades particulares ofrecía la “Licenciatura en administración del tiempo libre”. ¿Para qué se continúan los estudios de nivel superior? ¿Para ser “licenciado” o para adquirir conocimientos, destrezas y habilidades que se aplicarán en la vida laboral? El papel de la universidad privada en El Salvador, no es precisamente el de dotar “universalidad” al alumnado, pero el mito de que "acudir a la universidad es para obtener un rango de vida mejor", hace que proliferen estos negocios y provoquen la rpmoción de pésimos y nulos “licenciados”.
Y estos sujetos, mal preparados pero muy astutos, convencerán a sus padres para el financiamiento de una maestría. Y si la universidad, como ya lo están haciendo algunas, lo proporciona, pues igual irán hasta el doctorado. Y tenemos ejércitos de alumnos y profesionistas de oropel en un país que no está generando empleos, los ucales, al final, terminan trabajando como docentes de colegios o universidades privadas. El fin último de estas universidades no es invertir en la docencia, la proyección social ni en la investigación, sino sacar el mayor lucro posible; claro, en complicidad con la Dirección de Educación Superior del Ministerio de Educación.
Por hoy, al Ministerio de Educación no le queda mas que tres caminos a tomar:
1- Realizar, cuanto antes, una reforma educativa congruente con el sistema educativo que necesitamos, desde el nivel parvulario hasta el preuniversitario.
2- Evaluar a las instituciones formadores de profesores para tener un diagnóstico real de lo que tenemos y tomar el rumbo correcto de lo que queremos,
y 3- Dotar de un presupuesto justo a la Universidad de El Salvador, pero condicional a que ésta se comprometa a elaborar un plan de desarrollo que implique una reforma universitaria, pues de continuar así, la educación superior seguirá siendo un negocio lucrativo para los dueños de universidades privadas.
MIPTIES.
Colaboración especial para El Trompudo
recientemente
REENVIA - IMPRIME - COMPARTE - HAZ PATRIA - COPYLEFT SI SE MENCIONA LA FUENTE
Esta situacion de las universidades privadas, no es una novedad; es algo que data desde la decada de los ohentas,y si aun subsisten es porque es "un buen negocio en lo lucrativo". La novedad es que el MIPTIES lo denuncie. Por algo habra que comenzarse! Y de decenas de universidades privadas son escasas las que desarrollan un proceso de desarrollo cientifico, academico,tecnico y sobre todo, de proyeccion social. Estudios que beneficien a nuestra juventud y que a su vez, les permita a estos joevenes, fuentes de trabajo. Avanzar en las profesiones por la puntualidad en los pagos, aprovechando las remesas, es algo que ha descuidado el Gobierno de El Salvador. Y hablo de mas de 30 decadas. Y el ministerio de Educacion?
ResponderEliminarEste es un problema muy serio. La educación en general y la universitaria en particular sufren esas características que mencionas, y la sociedad parece tan campante. Los "intelectuales" callan y no dicen ni pío de la situacion de engaño de esta situación. No tengo el dato a mano, pero me parece que hay alrededor de 70 universidades privadas que practicamente engañan a cientos de jóvenes y estos a su vez engañarán a la sociedad. Según dicen hay alrededor de 30,000 abogados en este pais, más que policias, la mayoría de ellos han estudiado esa carrera no por llevar justicia a esta sociedad, sino porque han considerado que se gana dinero fácil y la mayoria con diplomas de dudosa reputación, y así podemos mencionar diversas profesiones. En bachillerato no se diga, hoy es frecuente ver bachilleres que ni siquiera saben las operaciones básicas de aritmética.Este país ha retrocedido, va como el cangrejo para atrás. Si se compara a los estudios del pasado se constata eso. Y no hay por parte de partidos políticos, incluyendo al FMLN, ninguna posición al respecto. Hay miedo de encarar eso, porque significaría cerrar esas "universidades" y dar un vuelco total de refundar a este país, pero hay miedo, no hay coraje para encarar esos problemas.
ResponderEliminarVarios de los propietarios de estas universidades resultadistas son exmilitares o simpatizantes de la derecha mercantilista. Que vende titulos pero cero calidad porque va en sintonia de la mentalidad de convertir al pais en basurero al aire libre. Los hijos de los ricos no estudian en el pais ellos estudian en el extranjero para venir a explotar al ya explotado pueblo salvadoreno.
ResponderEliminarLa escolaridad promedio en el salvador es muy baja 5.5 grados area urbana,3.5 grados area rural promedio entre 4.5 a 5.0 grados nacional,en Cuba el promedio nacional es de 9.0 GRADOS nuestro analafabetismo llega a casi 750,000 personas.La inversion en educacion publica no alcanza mas del 3% del PBI,cuando se recomienda invertir no menos del 9% que es lo que se invierte en PANAMA.La inversion en educacion universitaria(La UES) es demasiado pobre no es mayor que el 0.25% del PBI equivalente a mas o menos, si no me equivoco el año 2010 no fue mayor de 60millones de dolares para atender a mas de 45mil estudiantes.Casi la Asamblea Lejislativa donde solo se hacen leyes para los explotadores del salvador tiene un presupuesto casi igual ala UES.Estudiar en el salvador es un privilegio imaginense cuanta penuria le cuesta al hijo del campesino llegar ala Universidad:aguantadas de HAMBRE desde los primeros años deja de estudiar por unos años y tiene que trabajar a temprana edad y aun asi teniendo deseos de tener estudios superiores lo quieren marginar con un EXAMEN de admision CORRUPTO en la UES desde el momento que lo que se persigue es no dejarlo tener el derecho de INGRESO; (marginarlos)para comenzar ese examen se presta para que muchos privilegiados con examen de admision o sin el siempre ingresan;los hijos de los mas pobres por su situacion con muchos esuerzos les cuesta ir pasando los grados y que culpa tienen si los profesores en el salvador por su mediocre preparacion no enseñan adecuadamente?? aun los hijos de mejores recursos economicos llegan con mala calidad ala Universidad.Fijense en paises que invierten en educacion bastantes recursos economicos para ser docente univesitario como lo es en Cuba si no me equivoco paa enseñar medicina se requieren 7 años de preparacion despues de haber terminado medico general eso implica saber metodos de investigacion estudios de Pedagojia y una solida preparacion en la area respectiva en el posgrado academico.Las Universidades privadas en el salvador nacieron como parte de la CONTRAINSURGENCIA,pues se decia por parte de los defensores del SISTEMA POLITICO putrefacto que tenemos que la UES en el(años) 70 al 80 del siglo pasado solo SUBVERSIVOS estaba educando;asi prolieraron en pocos años muchas ""universidades"" de garache donde los dueños principales de esta universidades se identificaron con ser ferreos defensores del SISTEMA ECONOMICO actual,por lo tanto su objetivo nunca fue dar mejor educacion ,luego pudimos ver que su mayor intereses solo fue hacer de esas univesidades el LUCRO su principal objetivo y con ello toda la precariedad en transmitir conocimientos.La UES en este momento y desde hace varios años desde que estaba de rectora la actual ministro de salud es muy mala academicamente y sus dirijentes actuales no han mostrado ningun interes por formar academicos con la proyeccion SOCIAL para los cambios economicos y sociales que esta urgiendo nuestro pueblo,ni a echarle piedras al MINISTERIO de Hacienda para exijir mayor presupuesto para el mejor funcionamiento universitario en todos los aspectos realiza.Ricardo Adalberto Merlos Cruz
ResponderEliminaren el CAMPO CULTURAL es donde se ganan o se pierden TODAS LAS BATALLAS, los narcoarenazis hacen lo que quieren porque se han zurrado y continuan zurrando en la cultura de nuestro pueblo. LEER, CULTURIZARSE ES LA UNICA SOLUCION PARA QUE LA GENTE SALGA DE SU ALIENAMIENTO. Comencemos por Leer sobre la historia de nuestros paises hermanos. HOY 19 de julio se conmemora la liberacion de Nicaragua de en gran escuadronero de la talla de cristiani: el nefasto somoza. Si no saben la historia de como RIGOBERTO LOPEZ PEREZ, mató a somoza, los invito a que se den una pasada por los blogs: Alirio Montoya y Anastasio Aqui sí) EXIJAMOS TODOS VALIENTEMENTE LA FIRMA DEL TRATADO DE ROMA PARA QUE ESPAÑA EXTRADITE Al perro rabioso de cristiani y nos liberen de ese asesino de jesuitas, escuadronero, narcotraficante, etc.... TROMPUDOS HAGAMOS LA CAMPAÑA PARA QUE LA GENTE LEA CONOZCA Y APOYE ESE TRATADO de Roma! ES NUESTRO ULTIMO CARTUCHO como lo fue el tiro disparado por RIGOBERTO LOPEZ PEREZ en el fundillo de somoza.
ResponderEliminarFrancisco Gavidia, Albert Einstein, Monseñor Romero, Leonardo da Vinci, Tomás Alba Edison, José Matías Delgado, Gabriela Mistral y muchos más, pasan 24hrs revolcándose en sus tumbas al ver cómo se explota engañando a la juventud salvadoreña, poniendo tan ilustrados nombres a universidades pellejas que no enseñan nada de nada a nadie. Pagá y pasás: parece ser el eslogan comercial común de esos antros neoliberales que venden hasta maestrías y doctorados en nada.
ResponderEliminarEmbajadas de tantos ilustres extranjeros cuyos nombres son ocupados para bautizar con ellos a tantos cascarones mal construidos y vacíos de diosa Minerva, deberían protestar y exigir quitar de inmediato tales insultantes rótulos; ese mismo procedimiento deberían adoptar los familiares de: Monseñor Romero, Francisco Gavidia, Roque Dalton, Matías Delgado, etc.
Ni "rectores" jajajajá, ni profesores, mucho menos alumnos de esas caricaturas de universidades, se saben dónde nació tal o cual personaje usurpado para nominar o bautizar a tantas universidades de garaje; mucho menos conocen sus obras científicas, políticas o literarias. COSAS VEREDES, SANCHO AMIGO.
Chichipate Cañaverales
Yo tambien estoy de acurdo en que se revisen los niveles educativos de los colegios y universidades privadas, pues mas que un servicio educativo es un negocio. Es totalmente deficiente y mal orientada la educacion.
ResponderEliminarLos maestros no estan lo suficientemente capacitados, las direcciones son acosadoras con el sistema de pagos y se vende todo. No se cuida la formacion moral etc.
El Ministerio de Educacion debe socar mas su control pero al mismo tiempo proporcionar pautas educativas nacionales.
Esto es un problema MUNDIAL, porque hasta en los paises "avanzados" la educacion actualmente es pesima. Educacion, Salud, Alimentacion, Transporte, Electricidad, ETC...TODO TODOS LOS SERVICIOS en el mundo capitalista son para hacer fortunas de unos pocos, y estafar a las mayorias. Estamos en el mundo donde el capital vale mas que todo y apartese quien pueda.
ResponderEliminarTengo un amigo (al que aprecio mucho), y un día me dijo: "no sé cómo me gradué, porque yo iba a la universidad sólo a fregar"
ResponderEliminarMe sentí muy triste porque creo que es el caso de la mayoría de "profesionales"
Ah, pero eso sí, son muy arrogantes.....
Mireya
Vayan a investigar en Oriente, donde la UGB es un solo dueño y allí trabaja toda su familia: hijos, esposas de los hijos, hermanos, primos, etc. es una universidad que por mas que se esfuerce no logra la acreditación por su "poca transparencia en el manejo de los fondos"
ResponderEliminarFelicito al redactor de este artículo,muy bien elaborado y muy realista de la situación académica del país.Hay dos universidades privadas que han tenido un crecimiento vertiginoso en la última decada debido a la facilidad de estudios que ofrecen, eso genera que salgan cientos de licenciados o pseudoprofesionales que a la hora de probar sus competencias quedan como ineptos e incapaces perpetuando el círculo vicioso de mediocridad y negligencia.
ResponderEliminarMuy buen articulo! Quisiera aprovechar el articulo para corroborar este tipo de anomalias en la universidad donde actualmente curso mis estudios, la universidad Dr. Jose Matias Delgado, cabe destacar que sigo alli porque no tengo otra opcion, pues mi interes es simplemente obtener mi titulo por el que he trabajado tantos años. En toda mi carrera he sido testigo como con descarada arbitrariedad se pisotean los derechos de los estudiantes, se minimizan sus derechos y el interés por resolver asuntos estudiantiles es prácticamente nulo, el parecer es casi generalizado, puedo hablar con autoridad de este tema pues en mi ultimo ciclo de carrera me presente con una situación muy humillante, por problemas personales con cierto catedrático y el cual había sido mi asesor en el proyecto de todo el ciclo, reprobó mi ultima materia para que pudiese egresar, sin fundamentos razonables, simplemente basándose en criterios subjetivos, por supuesto amparándome con el reglamento de la universidad y la ley de educación superior apele por una revisión de mi parcial, pues contaba con pruebas solidas de los matices personales de la nota, intercambios de correos electrónicos con el profesor y un paquete de criticas que había presentado durante todo el ciclo y en base a las cuales había entregado mi proyecto final.
ResponderEliminarAcudí a todas las instancias de la universidad, pero ninguna hizo nada para solventar la situación, una simple solicitud de revisión se volvió motivo de humillaciones, acoso y maltrato por parte de la universidad. NADIE se molesto en revisar las pruebas físicas que yo contaba para apoyar mi argumento, y durante casi 4 meses agote hasta el ultimo recurso solo para solicitar una simple revisión de nota según lo establecido en el reglamento, eso que el profesor ya contaba con antecedentes similares en años anteriores donde tambien habia demostrado su falta de objetividad y problemas personales con otros estudiantes en la universidad Albert Einstein. Al recurrir al ministerio de educacion la misma escuela intento desprestigiarme públicamente colocando boletines en todo el edificio con información confidencial de mi expediente y de compañeros q me apoyaban, incluso un par de profesores fueron amenazados solo por apoyarme...
(continua) ... Para no hacerles largo el cuento, al final tuve que pagar una tutoria que costo un ojo de la cara, porque el rector, el Dr. Galindo (quien me recibió siempre con amabilidad y respeto pero que no movió un dedo para resolver mi caso)al parecer no quería dañar la sensibilidad del decano y el decano por su parte no quería dañar la sensibilidad del catedrático. Mis propios compañeros y estudiantes de otros cursos enviaron una carta de desaprobación de la manera en que habían manejado mi caso, pero fue en vano. QUEDO DEMOSTRADO LA FALTA DE INTERES EN LOS ESTUDIANTES Y EL INTERÉS POR SOLO BUSCAR EL DINERO COMO SUS CLIENTES.
ResponderEliminarEl ministerio de educación por su parte, a pesar que mostraron una postura a mi favor, no movieron un solo dedo para procurar interceder en mi caso, alegando que por ser universidad privada no podían intervenir,a a pesar que la ley de educación superior dice que en casos como este el ministerio de educación puede interceder e incluso penalizar a la universidad, catedráticos o autoridades implicados, sin embargo optaron por no esforzarse.
Actualmente me encuentro en mi tesis y da la casualidad que en mi facultad a pesar que se indico que de tocarme nuevamente el mismo catedrático en el resto de mi carrera se tomaría como una represalia y una manera de estropear o detener mi graduación. PASO PRECISAMENTE ESO... ahora mi asesora de tesis es la esposa de este catedrático quien ha demostrado nuevamente el resentimiento a mi persona, cuento nuevamente con pruebas que apoyan mi versión y he sido amenazado que mi jurado de tesis será el mismo catedrático con el que tuve problemas personales, aun cuando el mismo reglamento de la universidad me indica que no deberia ser parte del comite evaluador, realmente ni ellos lo respetan ese reglamento.
Ahora simplemente no se ni que hacer, me encuentro sumamente preocupado pues he recibido amenazas directas de que reprobare mi seminario de graduación por parte de mi asesora, no se a quien recurrir, ni como proceder, ahora no soy solo yo el afectado sino que mi compañero de tesis también tiene bajo riesgo su titulación solo por haber sido mi compañero! es injusto! toda mi carrera me mantuve intachable y fui buen estudiante, ahora al final me topo con esta situación por segunda ocasión y las autoridades de la universidad quienes deberían de velar por los derechos de los estudiantes simplemente ya me han demostrado no tienen interes alguno en los estudiantes.
Expongo mi caso para que sirva de respaldo que estos casos pasan, durante mi investigacion, encontre otros estudiantes de otras carreras que se enfrentaban a situaciones como la mia con los mismos resultados poco satisfactorios. Realmente es vergonzoso, tristemente no tenemos a que institucion a quien recurrir, por lo pronto las universidades privadas siguen haciendo de las suyas, enriqueciendose a costa de los demas.
La educación el el pais esta bastante mal en comparación a hace diez años, al parecer va en decadencia, desde preparatoria, basica, bachillerato y tambien la universidad.
ResponderEliminarCon tristeza veo los cuadernos de mis hijos sin clases y cuando pregunto, dicen que el maestro contó historias, que el maestro estuvo hablando con una maestra en toda la hora clase, que el maestro puso a un compañero a que diera la clase, y asi por el estilo una infinidad de anormalidades que me hacen pensar en la calidad de estudio que se le da a nuestros hijos. Igual el bachillerato, si es gubernamental, los directores aceptan a quien ellos quieren, discriminando y negando el estudio a otros estudiantes. El privado, aplazan a los mas rebeldes para tener la excusa de que compren la nota. Me pregunto yo, habría una forma de denunciar estas cosas? Digo, a fin de cuentas es el futuro de la nación el que esta en juego. Y talvez no sea el lugar adecuado, pero no se si han puesto atención que en El Salvador, los médicos tambien se lucran con la salud de los pacientes? Dios, estamos jodidos, bien jodidos.