El presidente Funes está a punto de cumplir un año aferrado a lo que parece ser la esencia misma de su concepción de gobernar: disentir, conciliar, los intereses más dispares, salirle adelante a las ambiciones más contradictorias. En el fondo subyacen grandes problemas no resueltos, planes sueltos y deudas pendientes. Un partido político que trata de responder a las demandas más sentidas de la población y un reclamo urgente por encontrar soluciones integrales a la creciente delincuencia común, al crimen organizado y al desempleo galopante.
Visto de la manera más sencilla, la fórmula sería esta: soy el presidente de los salvadoreños, gobierno para todos y no para un partido político en particular. Cuando la fórmula se acerca “un poquito” a la realidad, comienzan las dificultades: porque en “todos” esos compatriotas hay unos miles que lo tienen todo y las mayorías poblacionales que sobreviven en el estupor de una pobreza “en vías de desarrollo”. Es una realidad conocida por todos y no necesitamos de estudios del PNUD para refrescarnos la memoria o para palidecer ante índices tan alarmantes.
Voces ponderadas de las universidades, de organizaciones sociales, de la misma sociedad perjudicada, se dejan oír cada vez con más frecuencia que, sin decirlo expresamente, parecen insinuarle al presidente que se aleje un tanto de los grupos de presión, de los grandes y poderosos intereses económicos, y se acoja a su inicial trayectoria de protestar y condenar la injusticia, o al menos señalar donde están los graves problemas o las causas que los originan. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, lo decía claramente en sus recordadas homilías: “las causas de nuestros males, de nuestros graves problemas, radican en la oligarquía, esa minoría poderosa que es insensible ante el hambre del pueblo y únicamente se preocupa por explotar al máximo la mano de obra…”, más claro ni el agua.
Nosotros pensamos que todavía hay tiempo: un año ha transcurrido pero restan cuatro para hacerle frente a los grandes desafíos, aceptar las sugerencias, sancionar de buena manera las leyes beneficiosas para el pueblo, acometer con decisión las situaciones nuevas y de impacto para los salvadoreños, o de signo ominoso, para tomar decisiones más realistas, que se inserten con más precisión en la realidad. Y antes de seguir, será justo reconocer que los dueños de esas voces son personas e instituciones respetables, además de mujeres y hombres que apostaron al cambio y la esperanza y que en marzo de 2009 depositaron su voto no sólo para expulsar a un régimen corrupto, a una corriente política vergonzosa, sino para ver materializados sus sueños.
Hay muchos de esos sueños aún pendientes: el acceso de familias humildes a un hogar decente, la oportunidad de contar con un trabajo digno y bien remunerado, la eliminación gradual y efectiva de la delincuencia, del crimen organizado, que sigue cobrando la vida de más de 12 salvadoreños diarios, una atención rápida, eficiente y de calidad en los hospitales públicos y en el Seguro Social; una reactivación de la economía y de la agricultura nacional, con la oportunidad a los campesinos de adquirir semillas, fertilizantes y otros insumos agrícolas de óptima calidad y a bajo costo. El efectivo control de los medicamentos que igual sean de calidad y a bajo precio. Si la regulación de precios e intervención en el mercado es la única solución, el gobierno no debe dudar en ningún momento y proceder conforme lo manda el interés general por encima del interés particular. Una cosa es expropiar y otra nacionalizar, lo mismo intervenir el mercado para favorecer a las mayorías poblacionales: toda llevar al interés social por encima de los mezquinos intereses ya señalados.
Los “grandes” empresarios, los “barones” de la iniciativa privada, continuarán presionando o “haciendo llamados” al gobierno para respetar el Estado de Derecho, las libertades y la democracia y otros retorcidos argumentos dialécticos para continuar con su tradicional dominio de la economía. Con lo cual, a menos que se olvide el valor de las palabras, el mandatario estaría dudando del valor de la fórmula, puesto que en eso de gobernar “para todos”, quedan incluidos los famosos grupos de presión, que llevan más de 188 años en el disfrute de administración de su particular hacienda hecha y concebida “para ellos”.
Estas voces, a las que podríamos añadir otras, incluso dentro del mismo gobierno y del partido FMLN, no están absurdamente, “contra” el régimen, sino cumpliendo su función política de asumir la realidad, tal como ella es y por lo mismo colaborar con el gobierno, en una especie de recordatorio sobre la urgencia de asistir a mayorías para las que un aumento en la tarifa eléctrica, en la telefonía, en el transporte público o en los precios de los artículos con que alimentan a sus hijos les repercute dolorosamente. Son hechos diarios, prácticos, coyunturales que sumados van configurando el mapa estructural de la “economía del dolor”.
Por otra parte, resultan estas voces bien congruentes con la política presidencial que exhorta, exige la participación en la discrepancia. Lo que falta, nos parece, es que las discrepancias razonadas y razonables se traduzcan en actos de justicia social, para esas mayorías que cada vez tragan con menos resignación las “pastillitas de esperanza” que con tanta frecuencia les recetan, sin decir dónde queda la farmacia, la retórica oficial. La Ley de Medicamentos, por ejemplo, debe salir urgentemente aprobada por la Asamblea Legislativa y sancionada por el mandatario para posibilitar un alivio oficial a una necesidad tan sentida por la población. Al mismo tiempo, las autoridades respectivas deben profundizar la Reforma Integral de Salud, como la misma Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha urgido desarrollar a distintos gobiernos en este país, con una de las condiciones de salubridad más lamentables de América Latina.
Iríamos bastante mal si a la postre resulta que las discrepancias razonadas y razonables, sólo sirven para que los corazones cándidos se feliciten por nuestra “libertad oratoria”. Iremos adentrándonos más en ese insultante surrealismo que por un lado grazna o bala sobre las irrestrictas libertades políticas de los salvadoreños (por cierto es un tema permanente de las cúpulas empresariales y de los medios de publicidad, por razones de intereses económicos) y por la otra se encuentra con acciones dañinas del alcalde metropolitano reprimiendo a los desempleados de la alcaldía o amenazando a los vendedores informales por “expulsarlos” de hecho del centro capitalino, cuando fueron los distintos regímenes areneros los que propiciaron el desempleo obligando a los salvadoreños a emigrar hacia los Estados Unidos. Tal surrealismo nos tiene infestados hasta los tuétanos y los resultados que produce los tenemos todos a la vista: confusión, dispersión, desanimo, incredulidad.
Y desgraciadamente siempre llegamos o volvemos a lo mismo: mientras más tiempo pasa, los ricos son más ricos y los pobres se acercan cada vez más a la extrema miseria. Precisamente es sobre este punto que las más diversas voces hacen urgentes llamados al gobierno actual: no permitir que esa brecha se ensanche. Si esto en El Salvador ha venido funcionando como una de nuestras más graves y peligrosas realidades, parece urgente, imperativo, el abandono de esa fórmula de conciliación que las voces más advertidas, dentro y fuera del sistema, vienen contrastando con la realidad y demostrando por un lado su buena voluntad y por el otro su radical ineficacia. Si esa capacidad que el señor presidente ha mostrado para adaptarse a los requerimientos no previstos o para atender los “urgentes” llamados de las “grandes” empresas y hasta del mismo Alfredo Cristiani para “vetar leyes aprobadas”, como las reformas al Registro Nacional de las Personas Naturales(RNPN) y antes de la eliminación al cargo de acceso a la telefonía fija, también la tendría para atender favorecer con medidas categóricas las grandes necesidades de la población, les aseguro que todos seríamos muy felices, prontamente nos uniríamos al pedido de la unidad para crecer con fuerza y lograr el ansiado desarrollo de la nación.
La felicidad es una utopia señores, deberian saberlo. Ademas si quieren que las cosas que pasan ahora no pasen en el futuro, enseñemosle a nuestros hijos a ser verdaderos cuidadanos, no los habitantes de este pais, ser habitante es muy diferente a ser ciudadano, un ciudadano se involucra en los asuntos de su pais, no como ahora que los habitantes solo reclaman y no actuan.
ResponderEliminarPocote tu todavia crees que este gobierno de el FMLN y funesto funespuede realizar algun cambio que ambos prometieron disculpame no los habra este gobierno esta comprometido con los gringos todas las acciones que ha realizado y realizara en los 4años restantes seran de puro ASISTENCIALISMO,el sistema capitalista NEOLIBREAL ya lo tienen asegurado los que asesinan dia adia a nuestro pueblo la pobreza ya crecio mas en este gobierno y es espantosa saber que casi 6a7 10no vemos al final de el tunel la salida.La pregunta es como el FMLN nos dice que aguantemos hasta denro de 4años?o que es poco el tiempo y los que no estamos de acuerdo le hacemos el juego ala derechaQIEN HACE ESE JUEGO? si este gobierno es de derecha .Tu tienes razon Pocote esperas todavia lo que parece UTOPIA que cambie este gobierno que vuelva a el pueblo que estamos bien jodidos.Yo diria combate frontal a este gobierno si sabemos el enemigo de CLASE que tenemos y controla a este FUNESTO funes .El fmln su cupula no va a rrenunciar alos cargos publicos si lo hiciera demostraria queb todavia hay algo de rrevolucionario enese partido Hace mucha falta un CHAFIC. salvadoreños de cada
ResponderEliminarTe creía más inteligente, Pocote.
ResponderEliminarAcaso sos ciego? O vivís en la luna?
Pensás que tus ruegos puedan llegar a este caradura?
Noooombre, despertate! Este gobierno ya se enrumbó hacia el camino del neoliberalismo. Yo que no sos estudiado lo he visto y vos que sos, según veo lo que escribís, un hombre con educación e instrucción, no lo podés ver?
EStas palabras son del VERDADERO Dios (el que no se deja privatizar por tanto mercachifle cristero):
ResponderEliminar"El pecado habla al impío
en el fondo de su corazón;
para él no hay temor de Dios,
porque se mira con tan buenos ojos
que no puede descubrir ni aborrecer su culpa.
Las palabras de su boca son maldad y traición;
dejó de ser sensato y de practicar el bien; en su lecho, sólo piensa hacer el mal,
se obstina en el camino del crimen
y no reprueba al malvado." (salmo 36)
NO LES RECUERDA A ALGUIEN???
y sigan leyendo el salmo 37 donde el VERDADERO Dios nos da la formula de la paz y de la felicidad:
"No te exasperes a causa de los malos, ni temas a los que cometen injusticias, porque pronto se secarán como el pasto
y se marchitarán como la hierba verde. Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo:
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.
Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;
hará brillar tu justicia como el sol y tu derecho, como la luz del mediodía.Descansa en el Señor y espera en él;no te exasperes por el hombre que triunfa,
ni por el que se vale de la astucia
para derribar al pobre y al humilde.Domina tu enojo, reprime tu ira..." Salmo 37
Los verdaderos SOCIALISTAS somos SOLIDARIOS, tenemos amor por nosotros mismos y por el projimo, OREMOS CON FE A DIOS, y CONFIEMOS EN EL TODOS JUNTOS. COnfiemos en su poder y en su justicia. NO estemos descepcionados por tanta maldad, pongamos nuestros pensamiento en Dios.RECUERDENLO SIEMPRE.
¡¿Ya vez Pocote?! Hoy has escrito un artículo interesante y estás siendo atacado por los que no piensan con la cabeza sino que vomitan líquidos verdes pidiendo "combates frontales" contra lo que no se hace a su manera; destilando odio contra un país que acoje a dos millones y medio de salvadoreños para bien o para mal.
ResponderEliminarQueremos ver "la salida al final del túnel" pero seguramente somos de los que no podemos hacer nada; nos emborrachamos casi todos los días sin importar que la botella de guaro esté mas cara; queremos que todo nos llegue a la boca sin el mayor esfuerzo; tiramos la basura a las calles y los ríos porque "pagamos los impuestos"; etc.
El eterno lamento: "Es que somos pobres", pero no hacemos el mas mínimo esfuerzo para salir de esa situación y "la culpa la tiene el gobierno".
Talvez seamos duros y nos lloverán las putiadas, pero en mi caso, nunca le he tenido lástima al joven de 18 años que pide en los semáforos con una ropa que escurre porquería. ¿Cómo es posible que de lo que le dan no vaya a comprar un pantalón de un dólar o una camisa de cincuenta centavos a los usados: o comprar una bolsa de detergente de veinticinco centavos para lavar la ropa que anda puesta?. Simplemente porque existe el pensamiento que entre más "chuco" ande, generará mas lástima. "¡Es que somos pobres"!
Tratemos de vivir mejor. No nos andemos "enhuevando" de choto por tener un equipo de sonido o un teléfono celular de alta tecnología; limpiemos las calles de nuestra colonia o aunque sea la parte de andén que nos corresponde; combatamos a los zancudos evitando los charcos en vez de estar esperando que el ministerio de salud llegue a resolvernos el problema; mandemos a nuestros hijos a la escuela y conversemos con ellos, además evitemos que nos vean fumando o emborrachándonos. Dejemos de darle el "diezmo" a tanto pastor sinverguenza que se aprovecha de nuestra fé y hasta "se coje" a nuestras hijas "porque el Señor así lo quiso"
Dejemos de echarle la culpa a otros por ver tanto borracho "fondiado en las cunetas", por tanta prostitución, por tanto "huelepega", por tanto matón detrás del volante de un bus, por tanto corrupto descarado, por tanto pendejo con tatuajes hasta debajo de la lengua, por maricones con aritos hasta en el ombligo. Todos estos males están "enrraizados" en nuestra sociedad y no es de hoy.
¡Echenme las puteadas! ¡Desahóguense! Ese es el estilo de muchos.
Comentando la opinión del # uno en esta columna fechada ayer, diré: de acuerdo. Habitantes de un país son desde diminutas hormigas hasta gigantes ceibas, copinoles, cocoteros y conacastes; pues ellos también son átomos en moléculas constituyendo vivos tejidos hasta de vegetales mayores.
ResponderEliminarLa persona natural o humana, aun teniendo el mismo valor biológico que animales inferiores y vegetales, gozan del único Don no gozado por resto de lo creado: ¡SOMOS CIUDADANOS CONSCIENTES! únicos, ---hasta cuando se demuetre lo contrario a nuestro actual saber o pensar---, pues las hormiguitas viven en comunidades mucho más respetuosas y organizadas entre ellas, superiores a las humanas.
Pero ser ciudadanos conscientes no es suficiente; pues nosotos somos diamantes brutos necesitados del orfebre especializado para comvertirnos en caras joyas.
Ese pulidor de diamantes es la CULTURA O ILUSTRACIÓN GENERAL, LIBRADA DE TERRORISMOS O FETICHISMOS BRUJEROS,Y RELIGIOSOS DE CUALESQUIERA DENOMINACIONES.
Por ello, si a nosotros no nos han dado esa Ilustración humanística, filosófica elemental e histórica verdadera salvadoreña; nosotros, mayoría auto didacta al respecto, estamos obligados a impartir a los demás nuestros grandes o pequeños reales conocimientos sobre las materias dichas.
Debido a falsos conocimientos aprendidos en escuelas elementales públicas o privadas, sobre decenas de gobernantes a través de 189 años mínimos, no podemos comprender quiénes somos ni dónde estamos, ni para dónde vamos. Eso se comprueba leyedo a diario al Trompudo, veremos: si alguien escribe sobre presidentes salvadoreños del siglo recién pasado, sólo cuatro gatos salen opinando al respecto. Eso demuestra poco o nulo interés en saber nuestra Historia Auténtica, pasada de generación en generación desde mucho antes de nuestros tatarabuelos.
En cambio, al sacrle verdades medio ocultas a los cinco jinetes apocalípticos, ---incluyendo al actual funesto---, o a falsos embusteros representates de dios entre nosotros, rápido los opinantes se vuelcan, hasta con palabras soeces, "chistando" por ver en el cepo periodístico honesto, a estos sujetos, quienes deberían estar "enmarionados", por lo menos.
Así piensa Rafrachaca,ciudadano de 3era ó 5ta categoría económica, según neoliberalismo.-
No amigo, yo no lo voy a contradecir, ha hablado bien usted.
ResponderEliminarTodos somos responsables de la desgaracia que nos acongoja.
Porque solo criticamos y poco ponemos de nuestra parte.
Cuando algunos de nosotros vivimos y trabajamos en el extranjero, rapidito nos acostumbramos a las reglas sociales y las costumbres que hacen una vida más ordenada.
En El Salvador, contribuimos al desorden.
Paso a otra cosa.
Los salvadoreños no tenemos resuelto ni dónde defecar.
Deberiamos de exigir a los alcaldes de las ciudades grandes y tambien de las pequeñas que instalen mingatorios publicos, pagando diez centavos o algo, pero ya eso de miones en la calle, hombres y ahora mujeres por igual, es un asco. Parecemos animalitos sin control de esfintes, y no hay donde hacer cuando nos apuran las ganas. Sobre todo tanta gente que trabaja en las calles, en cualquier lugar defecan. Letrinas publicas son una necesidad urgente de educación cívica.
Mariana