No son casuales los cambios de gobierno y las transformaciones sociales que se están produciendo en América Latina, sobre esto hemos escrito sendos comentarios y explicado las razones que han llevado a la mayoría de los pueblos a optar por otras corrientes políticas y enterrar modelos caóticos como el liberalismo y el neoliberalismo variantes del capitalismo. Podríamos afirmar que el principal rasgo de nuestra época consiste en que el Socialismo del Siglo XXI se va convirtiendo en el factor decisivo del desarrollo de la sociedad humana.
El alcanzar esta cima ha requerido drásticos movimientos y, sobre todo, una elevada politización de importantes sectores de la sociedad. Las mismas políticas excluyentes y mercantilistas impulsadas por las oligarquías locales y el imperialismo han contribuido decisivamente a la maduración de la conciencia individual y colectiva y a la organización y movilización de grandes contingentes ciudadanos. No por nada se afirma que el ex presidente George Bush ha sido uno de los electores en los procesos de los últimos años en América Latina.
Antes de agregar los acontecimientos internacionales impulsores de estos avances en la conciencia colectiva, debemos mencionar que los mismos partidos políticos tradicionales y la voracidad de las oligarquías, también han posibilitado el avance de las fuerzas democráticas de izquierda. En El Salvador, por ejemplo, los partidos de la derecha desde el Pro Patria, hasta Arena, han impuesto modelos o sistemas sociales y económicos excluyentes, marginadores del desarrollo para las mayorías poblacionales y dirigidos a favorecer los intereses de la burguesía. La concentración de la tierra, de las finanzas, la banca, el comercio, la industria, el comercio exterior, la construcción en pocas manos, es evidente y demuestra el desprecio de esta clase social y sus instrumentos políticos para el pueblo.
En el antecedente exterior debemos citar que el nacimiento en 1917 del primer Estado socialista al que se sumaron otros, inclusive China Popular, después de la Segunda Guerra Mundial, contribuyó decisivamente para ayudar a los movimientos de liberación nacional que, desde entonces, se activaron en los tres continentes conocidos como Tercer Mundo. Todos esos movimientos siempre contaron con el apoyo abierto de los países socialistas y por eso pudieron avanzar y vencer; entre ellos cabe mencionar a Cuba, Argelia, Vietnam y Nicaragua, sólo para nombrar algunos ejemplos. El propio Mao Tse Tung reconoció en 1949, “acerca de la dictadura democrática del pueblo”, que sin la ayuda de la Unión Soviética no podría haber triunfado contra Chang-Kai-Shek en su lucha de liberación nacional.
Siempre están los antecedentes y los ejemplos, como ocurre actualmente con Venezuela. Las derechas reaccionarias, las oligarquías prehistóricas dueñas de los medios de difusión, no cesan en sus campañas mediáticas en contra de la revolución bolivariana y otros edificantes procesos como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Sin duda está planteada en esos países la lucha de clases, pues la burguesía luchará hasta su última gota de sangre por conservar sus privilegios. La férrea oposición de las cúpulas empresariales en El Salvador a las revisiones tributarias, a la regulación de las medicinas vía una Ley de Medicamentos, la lucha contra la eliminación del pago por acceso a la telefonía fija o al Plan Nacional de Alfabetización y Reforma Educativa, nos ilustra gráficamente en esta tesis.
El presidente Mao decía que “si no hubiera existido la Unión Soviética, sin la victoria de las fuerzas antifascistas en la Segunda Guerra Mundial, si el imperialismo japonés no hubiera sido destrozado (lo que fue para nosotros de extraordinaria importancia), si en Europa no hubieran existido países de democracia popular, sin la creciente resistencia de los países subyugados de Oriente, sin la lucha de masas en Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y el Japón contra las camarillas reaccionarias gobernantes, de no haber existido aunque sólo sea uno de estos factores, la presión de las fuerzas reaccionarias internacionales habría sido considerablemente más fuerte que lo que es hoy. Habríamos podido vencer en tales circunstancias? Claro que no”.
Los estudiosos del marxismo expresan que razones geopolíticas -no las comparto- llevaron a Mao Tse Tung a volverse contra sí mismo, negando una verdad que él confesara limpiamente, dando las espaldas al futuro. Esta cuestión también ha sido largamente debatida luego del derrumbe del “socialismo” en la Unión Soviética y otros países del este europeo. Bajo el pretexto de que era necesario promover la guerra contra el imperialismo, aunque ese paso condujese a la hecatombe nuclear, Mao no sólo condenó la coexistencia pacífica entre los dos sistemas, el socialista y el capitalista, que Lenin defendió con tanto énfasis, sino que también pasó a acusar a la Unión Soviética, como potencia atómica, de haber pactado con Estados Unidos, la otra potencia atómica, la división del mundo, de modo que cada parte pudiese disfrutar lo que le correspondía, sin interferencia de la otra. Este cuento chino encantó a muchos. Y fue así que Pekín pasó a ser para la juventud sin base ideológica y la intelectualidad que toma al obrero y al campesino con pinzas, la Meca de la revolución mundial; y Moscú, la del revisionismo. El resultado no se hizo esperar. El imperialismo, como un tigre en acecho, aprovechó el conflicto chino-soviético, la división del campo socialista, la tensión existente, para caer inmediatamente sobre la presa más codiciada.
En la época presente, hay muchas similitudes: Venezuela se ha constituido en un ejemplo para los países de América Latina y, desde luego, en un muro infranqueable para las pretensiones de los Estados Unidos de retornar al neocolonialismo, a políticas decadentes como la de Buena Vecindad, Alianza para el Progreso, América para los Americanos o la del dominio estratégico como el del Traspatio. Los procesos de cambio, la implantación de un sistema como el Socialismo del Siglo XXI, requiere de distensión, de una coexistencia pacífica, para desarrollarse y encarnarse en las aspiraciones populares. También necesita de la organización y movilización popular. Desde luego, de la conciencia ideológica y de una reserva humana bien preparada. La trilogía pueblo-gobierno-partido es inseparable y decisiva para la consolidación de un nuevo modelo. El imperialismo y las oligarquías saben y conocen mucho de esto. Por eso los intentos repetidos de Golpes de Estado contra el presidente Hugo Rafael Chávez Frías y toda clase de maniobras desestabilizadoras, para impedir que eche raíz el nuevo modelo de sociedad.
El capitalismo y todas sus variantes han demostrado no sólo en América Latina, sino que en otras partes del mundo, su imposibilidad para desarrollar armónicamente a los pueblos y traer bienestar a las mayorías poblacionales. El progreso de una nación, como sería el caso de El Salvador, no se mide por los índices macroeconómicos, como perversamente sostienen los apologistas del sistema, sino por el grado de satisfacción de todas sus necesidades alcanzado por las clases más vulnerables. De qué sirve contar con siete millones de teléfonos celulares, centros comerciales y vehículos lujosos, residencias palaciegas, grandes vías y carreteras, si en los hospitales públicos y en las farmacias del Seguro Social no existen suficientes medicinas, si miles de niños sufren de desnutrición y no pueden asistir a los centros escolares por razones económicas, si existen graves casos de miles de familias salvadoreñas sin techo ni vestimenta para protegerse de las inclemencias del tiempo.
Nosotros estamos lejos de aspirar todavía a un sistema como el Socialismo del Siglo XXI, pero al menos hemos dejado atrás años de corrupción, de privilegios, contrabando y quizás de exclusión social y marginación política. El gobierno “del cambio” debe, al menos, dejar sentadas las bases para una transformación de un futuro cercano, por ello la urgencia de un Plan Nacional de Alfabetización, de impulsar las Reformas Educativa y de Salud, así como de propiciar la participación de los sectores mayoritarios en programas gubernamentales de claro contenido social y cultural. El Salvador debe acercarse a los países de América Latina que están “construyendo porvenir” y tomar lo mejor de ellos para desarrollarlos en nuestro país. La misma apertura de relaciones con el heroico pueblo vietnamita debe ser aprovechado con ventaja, pues hay mucho por aprende de las victorias en todos los campos alcanzado por esa nación, constituido por habitantes de una extraordinaria calidad humana. Lo mismo sacar provecho de los grandes avances logrados por Cuba en materia educativa, deportiva y en salud pública. Hay tanto por hacer, tantas amenazas y tan poco tiempo.
Pocote
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Estimado pocote:
ResponderEliminarNo coincido contigo cuando dices "pero al menos hemos dejado atrás años de corrupción, de privilegios, contrabando y quizás de exclusión social y marginación política"
Te diré porque:
-Corrupción: Aun tienes en los puestos altos a gente de arena, y siguen igual de corruptos, dando empleos a sus amigos ya que a algunos areneros los subieron de puesto ahora son gerentes generales en los ministerios de medio ambiente, snet, en correos, en el inpep, etc, ya que se han señalado con nombre y apellido y a pesar de eso aun continúan incrustados, haciendo además la vida imposible a los subordinados.
-Privilegios:Aún se amañan las licitaciones en los ministerios para x empresa en detrimento del beneficio del estado.
-Contrabando: No sé como es que has llegado a la conclusión de que ha disminuido el contrabando, porque puedes observar, sin ir muy lejos, que en el centro aún encuentras cachadas, no se diga en los grandes almacenes.
-En cuanto a la marginación política y social, pues para mi es evidente que se hace lo que el presidente quiere y punto, a él no le importa si el frente tiene la razón, basta que el diga que es correcto para que así sea, o ya olvidaste que se esta reconociendo al gobierno de honduras? y lo social, pues yo aún veo una gran diferencia de clases el pobre sigue viendo como se encarecen las cosas y que le cuesta cada día más sobrevivir.
Mis razones son escuetas, puede ser, pero yo pienso que no es necesario escribir mucho para demostrar un punto.
El gobierno del cambio, no es éste. Aun nos quedamos esperando por un verdadero cambio.
Que pases buena tarde
Excelente publicación Pocote!! muy profunda y muy histórica !!
ResponderEliminarCada vez que me entero de todos los avances económicos y sociales que tienen los paises del Sur que llevan a cabo el socialismo del siglo 21 y el ALBA (Bolivia, Venezuela, Ecuador), me siento tan feliz por ellos, pq ya hay pueblos despiertos, que estan logrando lo que nosotros todavía ni imaginamos que se puede lograr... esos SI son pueblos organizados y solidarios.
Antes de acercarnos a nuestra América Latina, lo cual es fundamental pero en 2do grado, debemos acercarnos a nosotros mismos, nosotros los desorientables salvadoreños sin ser guanacos.
ResponderEliminarA través de Radios: Mi Gente, Maya Visión y YSUCA; periódicos Co-Latino y El Independiente; blogs electrónicos El Trompudo, El Faro y más, gran número de cronistas, locutores y pensadores de izquierda, sanos, están desorientados y desorientando a gran porcentaje del Verdadero Pueblo Salvadoreño cobijado bajo la honradísima bandera roja con estrella blanca y siglas FMLN.
"Divide y vencerás". Mientras no haya unidad granítica del 95% del electorado nunca guanaco, no podemos aspirar a ser tenidos en cuenta por tantas instituciones nacidas y nacientes en Sudamérica.
Señores líderes ideológicos en radio, prensa escrita y televisiva,
todas izquierdistas, cumplamos con aquel postulado lanzado por Carlos Marx y Federico Engels: "PROLETARIOS DEL MUNDO: ¡UNÍOS!".
RECOMIENDA CHICHIPATE CAÑAVERLES.-