1 de diciembre de 2009

Mayor presupuesto a la Universidad


El quehacer de la Universidad de El Salvador nunca ha sido fácil. Los sectores poderosamente económicos advirtieron pronto el peligro de un centro de estudios superiores crítico e independiente y trataron por todos los medios de callarlo, de ahogarlo financieramente. A la larga no era posible políticamente, y tampoco era rentable para los gobiernos de turno. En todas las latitudes la necesidad de reformas de la educación superior y los órganos encargados de impartirla, se había impuesto y, en menor o mayor grado, profesores y estudiantes compartían la responsabilidad de sus casas y conservándoles sus funciones tradicionales, las convertían en foros de enjuiciamiento político. Así sucedió en la primavera de Praga, en las luchas estudiantiles de París, en mayo del 68 y en México, con los tristes eventos que desembocaron en la matanza de Tlaxcala. También en El Salvador hubo portestas. Había nacido las universidades críticas, contestatarias, insertadas en los anhelos populares.

Aquí, la reacción tomó otros caminos. Instrumentos “legales” se sucedieron, substituyendo a la ley original. Los regímenes militares-oligárquicos de El Salvador, desde José María Lemus en adelante, intervinieron la Universidad, capturaron a docentes y estudiantes, muchos de ellos fueron torturados y luego exiliados. Fueron años duros, de enfrentamientos constantes, de ahogo económico: nunca hubo un presupuesto adecuado a las necesidades de la investigación, de la docencia, de justas prestaciones sociales. En ellos se comprimió, paulatinamente hasta hacerla intangible, la participación estudiantil. Los medios democráticos para resolver normalmente los problemas, establecer la comunicación y distribuir deberes y derechos, fueron pulverizados. Llegó a la universidad el estilo de la política nacional. En los años 70's las autoridades impuestas no dudaron en practicar la compra o las amenazas. Crearon cuerpos policiales internos, represivos, grupos de choque, tejieron una red de favores y de espionaje contra docentes y estudiantes. La universidad se convirtió en un campo de codicia, también de debate y de periódicos enfrentamientos.

En los años difíciles, los grupos de presión juveniles, los universitarios, fueron bárbaramente reprimidos, aplastados y la universidad ocupada militarmente; parecía que su destino quedaba sellado. La violencia sólo podría ya, en lo futuro, en cadena, generar violencia. La represión se extendió por toda la geografía nacional, la lucha irracional ya no sólo era contra los jóvenes universitarios, los intelectuales y los docentes, sino que iba dirigida tambien contra toda manifestación de protesta pública. La oligarquía ordenaba y su aparato de dominación respondía a sangre y fuego. Muchos de los profesionales y políticos que se formaron en las aulas, engrosaron después el equipo de represión de los gobiernos militares. No sólo en el interior del campo universitario actuaron los agentes represivos, también se formaron “cuerpos de élite” para combatir en el todos los espacios: las defensas civiles, la fatídica ORDEN y, posteriormente, los Escuadrones de la Muerte. Muy bien recordamos los 70's y los 80's cuando en las áreas universitarias se multiplicaron las provocaciones y las agresiones. Los  mal llamados "medios de publicidad" -en realidad de propaganda-, siempre obedeciendo lineamientos de la oligarquía, describían, agigantaban y exacerbaban una situación caótica, con tintas que no siempre correspondían exactamente a la realidad.

Desde entonces se alzó y fue creciendo la opinión de que era necesario imponer el orden de cualquier modo. Significativamente se discutió hasta el cansancio si la autonomía implicaba un cierto estilo de fuero o algún modo de extraterritorialidad. Discusiones de escribas, de fariseos, que jugaban con términos extraños a la cuestión, expusieron sus torcidos puntos de vista. Ni fuero, ni extraterritorialidad, ni substracción al cumplimiento de las leyes comunes, naturalmente. Nadie los pedía. Pero todos sabemos que las universidades deben gozar del respeto del Estado y que las fuerzas policíacas o militares -que en los países del subdesarrollo generalmente no pueden llamarse de orden, sino de represión- no han de hallar las puertas abiertas. La intervención armada, como quedó demostrado plenamente con las sucesivas ocupaciones del Alma Mater, hirió mortalmente, no ya a la autonomía, sino al concepto esencial de lo universitario. Impedirla, tanto en aquellos aciagos tiempos como en el futuro, no es rebeldía, es mantener una tradición vital. Esta actitud no se apoya en una ley, es una conquista, no de los universitarios salvadoreños, de los intelectuales, docentes y trabajadores, sino de las universidades más antiguas e ilustres.

Cuando el presidente Arturo Armando Molina actuó con “decisión, definición y firmeza” para ocupar la universidad en 1972, nada más estaba cumpliendo una etapa en su dilatada carrera represiva: atacando la inteligencia y la memoria colectiva de los salvadoreños. “Destruyan, capturen, repriman a los comunistas donde quiera que se encuentren, incluyendo las instalaciones universitarias”, era la orden expresa proveniente de las poderosas estructuras económicas del país, llamado multiplicado mil veces por la asquerosa prensa nacional. La represión y la intervención militar se acompañaban con el estrangulamiento económico, mínimo presupuesto, nada para la investigación y mucho menos para nivelar el salario de trabajadores y docentes. En los años más difíciles, el rector Carlos Alfaro Castillo no sólo toleró las permanentes represiones sino que las avaló al instalar en el campo universitario un cuerpo de vigilantes surgido de las entrañas de la guardia nacional y la policía de hacienda. Su gestión fue políticamente grave, represiva, inútil e irreparable. En poco tiempo encontró la necesaria respuesta: fue ajusticiado por las fuerzas revolucionarias del pueblo.

La dictadura militar ciegamente continuó con su esquema represivo contra la universidad. No advirtieron hacia dónde, políticamente, el país marchaba y cuántos intereses, fuera de los mezquinos de la oligarquía, estaban en juego para desvanecer los juicios críticos, acallar las protestas y debilitar así las defensas de los genuinos intereses nacionales. Y nadie ignora que las universidades y sus jóvenes eran entonces y en el presente la única voz clara y disidente en medio de la corrupción y el desaliento. Paradójicamente la intervención militar, desde esos años, permitida y autorizada, inicia quizá en los centros culturales ese sombrío orden impuesto por la fuerza que es, en la historia contemporánea, el preludio de las organizaciones totalitarias.

Los militares continuaron cometiendo estupideces, cegados por el odio y el temor a las ideas. Aquel grito de un militar en España, como lo describiera Miguel de Unamuno, el de “Muera la inteligencia”, se multiplicó miles de veces en nuestro El Salvador, hasta llegar al execrable asesinato del rector Félix Ulloa, mártir de la docencia, la decencia y de las luchas universitarias. Con su muerte lo único que se extinguió fue el estricto cumplimiento del derecho. Fue sólamente una tímida y ruborosa evasiva, porque a las arbitrarias detenciones, a tan espectacular como inútil despliegue de fuerzas -evidentemente ofensivo para la universidad- vino la generosa y valiente lucha de grandes contingentes de la población. La masacre estudiantil de 1975 no fue en vano porque no sólo rescató el valor de las ideas y la fortaleza de la convicción, sino que desde entonces brilla en lo más alto de nuestra patria la estrella del heroísmo, de la honestidad y la integridad de los humanos, aunque falta por esclarecer y enjuiciar a los responsables intelectuales y materiales de la masacre.

Al recordar esos tristes episodios, vida y razón de ser de la universidad, queremos pedirle al nuevo gobierno que duplique el presupuesto a nuestra primera casa de estudios superiores para que más salvadoreños de escasos recursos económicos tengan acceso a coronar una carrera profesional; que se establezcan becas de estudio para miles de compatriotas humildes, así como se intensifique la investigación, otra de las áreas totalmente descuidada en el Alma Mater. 

Nos preocupa que en los últimos años se haya dibujado una imagen intencionalmente deformada de la Universidad de El Salvador. Ese centro tan ultrajado en los regímenes militares languidece en un escenario de desastre en el que actúan apátridas, drogadictos, delincuentes, representando día a día una tragedia intolerable. El tema es la lucha de una mayoría de jóvenes ansiosos por estudiar, enfrentándose a una minoría satánica y demente. Todavía podemos leer en periódicos tan extremistas como el diario de hoy, decir que la universidad es un “centro de adoctrinamiento”, “nido de comunistas”, “una cloaca que es preciso limpiar”, ”triste vergüenza en medio de una capital diáfana”...pero la verdad no es esa. La universidad no puede ser mejor ni peor que el medio que la circunda. No es la universidad la que sufre agonía, es la república entera.

Los universitarios -muchos de ellos- lo entienden y a menudo se oponen, sin fortuna, sin medios justos e inteligentes y equivocadamente con tomas de facultades. Esa es su protesta. Tal vez equivoquen los procedimientos, pero no el propósito. La gran tarea, la fecunda, es aceptar las inconformidades y expresarlas en armonía con el Estado o contra él. Se debe lograr -objetivo de la universidad moderna- el equilibrio entre la capacitación técnica y la politización. Tienen, quienes hoy dirigen los destinos de la Universidad de El Salvador, decisión e inteligencia, pasión y claridad suficientes? Esa es otra historia. Lo mismo decimos del gobierno y del Ministerio de Educación.

Pocote

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5 comentarios:

  1. El gobierno del demócrata cristiano don Mauricio Funes ha dado un refuerzo presupuestario de 4.6 millones de dólares para el 2010.

    El decreto emitido define que los fondos solo pueden usarse en dos rubros: - servicios básicos (el lunes suspendieron momentaneamente la enegría eléctrica en medicina por falta de pago) y sueldo solo para docentes.

    Quedan fuera de esto los empleados administrativos y lo que es peor de TODO: LOS ESTUDIANTES....

    AULAS!! NUEVAS SEDES (ya hay tres en papel, una ya tiene terreno) LABORATORIOS, BECAS, INSTRUMENTAL, EQUIPO, MATERIAL BIBLIOGRAFICO O INTERNET DE ALTA VELOCIDAD QUE COMPENSE.!!

    Además considero que muchos empleados públicos ganan demasiado en comparación a su desempeño y la universidad no es la excepción

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  2. Anónimo11:32 a. m.

    YA ES TIEMPO QUE EL GOBIERNO LE TOME LA ATENCION DEBIDA A LA UNIVERSIDAD NACIONAL

    ALLI ES DONDE VA EL PUEBLO, DONDE VAN LOS QUE NO PUEDEN PAGAR UNA PRIVADA

    ES UNA VERGUENZA VER EL ESTADO EN EL QUE ESTA: TOTALMENTE ABANDONADA Y SOBREVIVIENDO COMO PUEDE

    SEÑOR FUNES: RECUERDE LA PROMESA QUE NOS HIZO 2 VECES: PRESUPUESTO DIGNO A LA UES

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  3. Anónimo1:00 p. m.

    El problema de la UES es el caos interno, ahi todo es para salarios ya de por si muy altos que suben todos los años..la UES necesita un mayor presupuesto es verdad, pero debe vigilarse que se hace dinero realmente se invierta y no se malgaste.

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  4. Anónimo9:49 a. m.

    que le den el presupuesto digno y prometido a la UES

    PERO:

    Que se le audite y se vea en que se gasta, ¿porque todo va para salarios? ¿y los estudiantes?

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  5. YO soy estudiante de la UES y en los años que he pertenecido al Alma MAtér he visto con indignacion como todos los añlos surge el pleito entre docentes y administrativos de como se reparten el presupuesto, mientras que las bibliotecas no se actualizan nunca (¡Me he visto obligado a consultar libros de 1950 para realizar mis investigaciones!¿Como se puede esperar un avance si vivimos en el atraso?), no existen centros de computo adecuados en nunguna facultad, muchas veces las aulas estan en pesimas condiciones...en fin, yo quisiera que el gobierno ordenara primero como se utiliza el dinero en la universidad antes de aumentarle el presupuesto, por que sino entre los administrativos y los empleados se lo van a repartir y el estudiantado va a seguir en las mismas pesimas condiciones, lo cual es una de las razones por las que haya tanto profesional mediocre que sale de la U sin tener ninguna capacidad de competir afuera, y peor aun, sin la capacidad de hacer algo por mejorar la sociedad de nuestro país.

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