Arena se pudre en su inmundicia

Ya no son las amenazas del comunismo, del socialismo del Siglo XXI o la V Internacional, las que asustan a la extrema derecha anclada en la prehistoria, sino las alucinantes verdades, los escandalosos casos de corrupción, vertebrados y aceptados por la propia clase política de Arena, los que conducen al panteón de la historia a un partido surgido de la corrupción, del terror, del odio, del asesinato, de la sangre y la violencia. 

Esta raíz no podía sostener un árbol hermoso, legítimo y justo, para producir esas flores que pedía Alí Primera. No, sus frutos estaban llenos de gusanos, de podredumbre, de inmundicia y como tal tenía que terminar. Los momentos se llegan y el pueblo salvadoreño se encargó de sacar la primera tierra de una tumba donde ahora terminarán, no los rojos, sino los que a hierro han matado.

Sucio, terrible, vergonzoso es dar la espalda a los “amigos” en derrota. Del mismo modo que rebanarse el rostro con una sonrisa cuando sobreviene el éxito de los enemigos. Fiel a esa moral simplona, cómo debemos juzgar la actitud y la posición del señor Alfredo Cristiani, de cara a las graves acusaciones que hace a su “compañero” de militancia y de “grandes” batallas en “pro de la democracia”, de las “libertades públicas” y del Estado de Derecho? El ex presidente Antonio Saca ha sido señalado públicamente de corrupción, del “viciado proceso que dirigió cuando él era entonces presidente del COENA, en la escogitación (sic) del candidato presidencial para la reciente campaña electoral”, así como de “confabulación para dividir el partido (Arena) a través de los doce diputados disidentes, y en muchos casos se comenta de haber querido comprar voluntades ofreciendo fuertes sumas de dinero en efectivo…” (parte del comunicado del COENA).

Y como no podía ocurrir de otra manera, pues las fieras han escapado de las jaulas. La corrupción, como un calcetín lleno de inmundicia, salpica a todos los areneros. Los doce diputados “disidentes”, rebeldes o tránsfugas, ahora aglutinados en la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) exigen a la Fiscalía General de la República y a la Corte de Cuentas una investigación “exhaustiva de administraciones anteriores de la República de El Salvador”, señalando a Alfredo Cristiani, Armando Calderón Sol y Francisco Flores, y citando casos de corrupción concretos como los millones en medicamentos vendidos por las droguerías de la familia Cristiani al Seguro Social y al Hospital Militar, así como la millonaria desaparición del abono donado por el gobierno del Japón y que después apareció en las bodegas de Cristiani Burkard. Asimismo, la corrupción de Credisa, la venta de los bancos, las donaciones hechas por la comunidad internacional a los afectados por el huracán Mitch y la millonaria compra de frijol a Nicaragua, en la administración del presidente Calderón Sol; finalmente el mal manejo de los fondos FANTEL, los millonarios préstamos para los terremotos del 2001, los fondos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en el 2002 y el movimiento de fondos al exterior, casos imputados al ex presidente Francisco Flores.

No se trata de magnificar medianías, golpear vastedades o, como dice el refrán popular, “hacer leña del árbol caído”, puesto que el mismo pueblo se ha encargado de castigar a los corruptos al expulsar a Arena del gobierno, derrotar de paso el escandaloso fraude y, de paso, condenarlos a la extinción, no sólo por lo que revelan claramente las encuestas, sino por la división al interior y la fuga masiva de cuadros medios, altos dirigentes y bases de ese tenebroso partido. En reiteradas ocasiones hemos señalado los casos de corrupción en cada uno de los periodos presidenciales de esta derecha decadente y en decline. Se mantuvieron durante veinte años en la cumbre y hoy, en el presente,  se encuentran sumergidos de arenas movedizas hasta el cuello. Lo recordamos nada más como simple estadística, pues ahora el pleito está en la misma “famiglia de mafiosos”, todos sufriendo y penando horas negras, experimentando en carne propia lo que en determinados momentos señalaban perversamente a sus rivales políticos.

En tierra de ciegos el tuerto es rey. Todo poder humano se forma de paciencia y de tiempo o, si ustedes lo prefieren, por aquello de que “no hay mejor para prosperar rápidamente que los errores ajenos”. Ocurre, sin embargo, que en las administraciones areneras no hubo errores ni mucho ni poco dejado al azar, pues todo fue fríamente calculado: desde la implantación del modelo neoliberal, hasta las campañas mediáticas permanentes para destruir a la oposición; desde el abandono total de la agricultura, hasta privilegiar las importaciones de granos básicos, legumbres, frutas y alimentos; desde la privatización de empresas estratégicas del Estado, hasta la alianza con transnacionales para adquirirlas y administrarlas; desde oficializar un esquema de privilegios y tráfico de influencias, hasta copar por parte del gran capital la mayoría de licitaciones. Nadie puede llamarse a engaño, ni confundirse por declaraciones rimbombantes, mucho menos por cortinas de humo para “declararse inocentes”, mientras se increpa o se acusa directamente al “amigo” que fue socio y cómplice de la corrupción.

Al señor Saca, preparado metódicamente por los grupos económicamente poderosos antes de asumir la presidencia, es necesario también recordarle aquellos otros sabios refranes: “al que para subir te da la mano bésasela a cado paso” o “nadie es tan viejo que no crea poder vivir un año más”, o, si lo prefiere, “la vejez no es soportable sin un ideal o un vicio”; pero al final rematamos con un epitafio que esos sus “amigos” de antes y enconados enemigos de hoy, le escribirán en su tumba: “De todas las ruinas del mundo, la ruina del hombre es, sin duda alguna, el más triste espectáculo”.

Tanto “don” Fredy como “don” Tony, más sus “compañeros de viaje”, como Calderón Sol y Francisco Flores, son eso en esencia: egregias figuras de tan abrumadoras retóricas sentenciosas. Cómplices de malversaciones, de estafas, de dineros mal habidos, de corrupción. Es el sello, el símbolo de la decadencia y el terrible final de un partido fundado sobre las cenizas de miles de salvadoreños torturados, asesinados, masacrados por los Escuadrones de la Muerte y los militares ahora en retiro, queienes también en su momento deberán rendir cuentas ante la justicia nacional e internacional. Ninguno de esos ex-mandatarios y altos dirigentes de Arena han modificado un instante su imagen, transitando desde sus principios rumbo a la hora de los adioses definitivos en la inmutabilidad de su inmenso histrionismo, de su apabullante corrupción, de su desprecio por la dignidad humana y por los más humildes de este país a los que la oligarquía siempre ha llamado “la chusma”.

Son las figuras del momento político, los apátridas, “las damas” de la pasarela, los llamados a interpretar un drama, y en el tablado desabrido de la comedia, terminar en tragedia. Todo lo hizo Cristiani y sus seguidores, pensando que los cómplices de antaño rumiarían en silencio y en la oscuridad expiarían sus culpas. Todo hecho con tal de arrancar de la galería el aplauso que su desmedro escénico no habría podido conseguir de modo natural.

Cuando desde este mismo espacio cibernético, documentábamos la profunda corrupción de los cuatro gobiernos areneros, decíamos que no habría poder en el mundo (conste que la derecha oligárquica en éste como en otros países sigue manteniendo el poder económico e influencias sobre las estructuras militares, así como el manejo mediático) capaz de mantener oculto por siempre los horrendos crímenes cometidos, así como las millonarias estafas, robos y desfalcos contra el pueblo. La basura está siendo sacada de debajo de la alfombra, la luz comienza a verse al final del túnel. No está demás contribuir desde las distintas esferas del actual gobierno para que termine la agonía de la fiera herida, eliminarla, acabarla. Con todo, la Fiscalía General de la República tiene para actuar e investigar de oficio, como se lo estipulan las leyes y la Constitución; lo mismo que la Corte de Cuentas.

En fin, qué gran farsante es este “don” Fredy! Lo decimos sin ánimos de ofenderlo, aplicándole la etimología que le conviene. Farsante es aquel que interpreta piezas cómicas, breves, insustanciales, cuyo objeto principal es provocar un estado de ánimo risueño, conciliatorio de los problemas del espectador. Como se puede apreciar, no hay nada peyorativo en el vocablo, ni, por supuesto, razón alguna para una acusación judicial. Malo que lo tildara, a pesar de que eso está procurando que se le diga, de Fierabrás o Pantalón, personajes principales de la Comedia Italiana, especie de gritones que entre más levantan la voz más hilaridad provocan en la galería. Procurando la violencia de sus feligresías en oratorias pueblerinas, denostando o regañando al alcalde de Ahuachapán, Cristiani está interpretando pantomimas que mueven las lágrimas, el coraje, la cólera...ya no la risa.

Ya no son las amenazas del comunismo, del socialismo del Siglo XXI o la V Internacional, las que asustan a la extrema derecha anclada en la prehistoria, sino las alucinantes verdades, los escandalosos casos de corrupción, vertebrados y aceptados por la propia clase política de Arena, los que conducen al panteón de la historia, a un partido surgido del terror, del odio, del asesinato, de la sangre y la violencia. Esta raíz no podía sostener un árbol hermoso, legítimo y justo, para producir esas flores que pedía Alí Primera. No. Sus frutos estaban llenos de gusanos, de podredumbre, de inmundicia y como tal tenía que terminar. Los momentos se llegan y el pueblo salvadoreño se encargó de sacar la primera tierra de una tumba donde ahora terminarán, no los rojos, sino los que a hierro han matado.

Pocote