No más paños tibios con la oligarquía!

La actitud resentida de los núcleos derechistas con la que ha sido recibido el anuncio de la reforma fiscal, es forzosamente transitoria. La amenaza de cierre de algunos negocios o empresas, así como el despedido de empleados, es un lujo oneroso que no puede prolongarse indefinidamente. Los “grandes” empresarios y comerciantes (no todos) aglutinados en la Cámara de Comercio, la ASI y la ANEP, que intentan boicotear una decisión política, muy pronto tendrán que darse cuenta de que están boicoteándose a sí mismos y a sus clientes.

Su resentimiento por las revisiones fiscales adoptará formas más indirectas y sutiles, quizás más peligrosas, porque una oligarquía no acepta franciscanamente que la autoridad que fue su escudo y su lanza, recupere la función reguladora, legalista, sin la cual deja de ser autoridad en términos constitucionales.

El tacto y la prudencia del nuevo gobernante no deberán aliarse con la debilidad ni aminorar la energía con la cual debe imponerse el respeto a la ley. Por eso creemos que bien orientado y respaldado con inalterable firmeza, las escaramuzas, las amenazas y la ofensiva mediática, pueden convertirse en una útil experiencia para desterrar a los inconformes y deshumanizados capitalistas, y manejar, con oficio político, los problemas de nuestra difícil convivencia actual.

Por ello nos resulta cínico e hipócrita escuchar las declaraciones de altos dirigentes de Arena, quienes al pretender justificar sus profundas divisiones internas y la deserción de los doce diputados, acuden a la trillada frase de “nosotros fuimos electos por el pueblo y a él nos debemos”. Cuántos hospitales, unidades de salud, escuelas, institutos o centros de beneficencia han sido construidos y donados al pueblo por los grupos económicamente poderosos del país? Ninguno!

Cuando han ocurrido tragedias como terremotos, inundaciones y otras calamidades, la oligarquía ha dicho presente y destinado algunos millones de dólares para la construcción de viviendas populares? Jamás!

Sin embargo, cuando regalan una o dos sillas para personas inválidas o paquetes de medicinas para una clínica municipal, aparecen don fulanito y ciertas damas encopetadas en fotografías de portada de la “gran prensa”, que los califica como “altruistas y benefactores de la patria”.

Por otra parte, el desenfrenado crecimiento de la delincuencia y del crimen organizado, no puede verse aislado de todas estas inconformidades, resentimientos y pérdida del gobierno central por parte de la oligarquía: es una descomposición social que sutilmente utilizada puede contribuir a la desestabilización de un gobierno.

Con todo, estamos convencidos de que tambien se equivocan porque esta lacra social no es vía de acción fecunda, ni puede perdurar por siempre y únicamente afectando las actividades del Estado. La experiencia nos enseña que el apoyar o favorecer de manera directa o indirecta este tipo de acciones violentas, a la larga se retorna contra sus patrocinadores o fuerzas que en la oscuridad la surten de toda clase de recursos para que aumenten y ejecuten sus fechorías.

En el nivel político, la CIA es el ejemplo más claro de todo tipo de torpezas: han armado, entrenado y financiado grupos irregulares en todo el mundo para que atenten contra gobiernos democráticos que se oponen a la política intervencionista de los Estados Unidos. Lo vimos recientemente en Nicaragua, con el financiamiento de la “Contra”; lo mismo en Venezuela, apoyando con millones de dólares a la oposición para provocar la caída del comandante Hugo Rafael Chávez; también con el entrenamiento de los fedayines en Afganistán, para luchar contra la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS. De ahí surgió  el terrorista Bin Laden, quien posteriormente encabezaría una serie de atentados contra bases militares norteamericanas en distintas partes del planeta. Hay tantos ejemplos en el mundo.

En fin, lo que sin duda alguna atenuaría la confusión imperante, sería terminar con la política de “péndulo”, aquella de querer gobernar con todos y para todos, de dar un paso a la izquierda y el siguiente a la derecha. Un mensaje necesario del presidente Funes a la nación tendría que definir con energía su posición con respecto a la reforma fiscal y a la necesidad de favorecer a las mayorías poblacionales: mayores impuestos a los que más ganan, combate frontal a la evasión y elusión fiscal, lo mismo que al contrabando.

Se termina con los privilegios y las presiones cuando existe una clara definición respecto a las medidas públicas, los planes coyunturales y los de largo aliento. Si la oligarquía no acepta controles en los precios de los medicamentos o se niega a aceptar la gradualidad y la normalidad en la tributación fiscal, debe procederse con las sanciones que establece la ley. No más paños tibios ni conversaciones eternizadas con quienes ni ayer ni ahora han mostrado la más mínima sensibilidad con las desgracias y necesidades del pueblo!

Pocote

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