Cristiani es cómplice de la mentira y la corrupción!

La oligarquía se resiste a aceptar la voluntad expresada por el pueblo salvadoreño en las elecciones presidenciales, no sólo por “exigir reglas claras” y “señales de que se respetarán las libertades y la democracia”, sino por las manifestaciones últimas expresadas por su dirigente en en el Coena, Alfredo Cristiani, a raíz de los contundentes señalamientos hechos por el presidente Funes en su primer mensaje a la nación, como presidente de la república.

De manera cínica, el comunicado del Coena expresa que “el sistema de privilegios, aranceles protectores, escudos fiscales, y financiamiento lo desarmamos nosotros (gobiernos de Arena), en un largo y doloroso proceso, para crear una economía abierta y sin privilegios…”, estas y otras mentiras a las que también nos referiremos, pretenden confundir a los salvadoreños y “salvar” a los regímenes areneros culpables de haber hundido la economía, cometido escandalosos actos de corrupción, haber participado en evasión de impuestos, contrabando y tolerar el crimen organizado y la alarmante delincuencia que tanto dolor y luto han llevado a la familia salvadoreña.

“Hemos batallado continuamente contra los privilegios”, aseguran los dirigentes de Arena, cuando todos los salvadoreños sabemos que el monopolio de insumos agrícolas, sobre todo de semillas mejoradas y fertilizantes, son importados y distribuidos exclusivamente por Alfredo Cristiani Burkard; tampoco desconocemos que por muchos años los Laboratorios Santa Lucía, propiedad de este mismo individuo, ha dotado de medicinas vencidas al Instituto Salvadoreño del Seguro Social y la red hospitalaria del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. Desde luego, hay otros exclusivos laboratorios que también comparten el negocio.

El cinismo y la hipocresía no tienen límites, pues graciosamente hablan de “haber transformado nuestro país sin recurrir a la división de la sociedad salvadoreña”, cuando este modelo económico impulsado por sus cuatro gobiernos, privilegió a unas pocas familias, hizo millonarios a unos amigos y multiplicó la miseria en las mayorías poblacionales. Los índices de desarrollo humano publicados por organismos internacionales serios como el PNUD, la UNICEF y la CEPAL de las Naciones Unidas, señalan enormes diferencias en la sociedad salvadoreña. No se trata de mantener un “discurso entre ricos y pobres”, sino de apreciar la realidad, el diario vivir de millones de salvadoreños que han tenido que emigrar hacia los Estados Unidos y otros países del mundo porque su propia patria no les ha brindando ninguna oportunidad de progresar o al menos tener un empleo decente y dignificante para el sostenimiento de su grupo familiar.

El comunicado del Coena “rechaza de tajo la acusación de que nuestro partido tolera la corrupción”. Al señor Cristiani quisiera refrescarle la memoria con unos cuantos casos de corrupción. Durante su administración en 1990, la Asamblea Legislativa aprobó una ley de saneamiento de los bancos estatales que habían quebrado porque no recuperaron muchos de los préstamos otorgados a grandes empresarios durante los años 80. La ley incluía la creación de un Fondo de Saneamiento Financiero (FOSAFI) con recursos del Banco Central de Reserva (BCR). Dos años después, el gobierno de alfredo Cristiani privatizó los bancos saneados. El monto fue de 705 millones de dólares. Usted, señor Cristiani, se quedó con el Banco Cuscatlán. Un año después, en 1991, la Corte de Cuentas registra un faltante de nueve millones de dólares en la CEL.

En 1994 se conoce la malversación en los ingenios azucareros, por un monto de 15 millones de dólares; un año después el fraude en el ISSS asciende a 2.4 millones de dólares y en este mismo año se produce una malversación en el Fondo de Inversión Social (FIS) por la cantidad de 2.1 millones de dólares. Entre los años 1995 y 1999, hubo un fraude millonario en el Banco de Fomento Agropecuario. Por el hecho fueron acusados el presidente del BFA, Raúl García Prieto (actualmente prófugo de la justicia), y otros altos funcionarios del banco, a quienes se les acusó de comprar el ingenio El Carmen sin poner dinero de garantía. Entre los acusados se encuentra su primo, Héctor Cristiani. El monto asciende a 16 millones de dólares. En septiembre de 1999, la Corte de Cuentas reportó una malversación de fondos en la Federación Salvadoreña de Fútbol. El monto fue 4 millones de dólares. Antes, en 1997, se detectó una estafa millonaria de la empresa Crediclub, por la desviación de los fondos captados hacia actividades nunca esclarecidas. La empresa quebró y en julio de 1999 tomó 1,200 millones del BCR (138 millones de dólares) para cubrir el agujero financiero, al 1% anual y a dos años plazo, el cual expiró en el 2001, pero el BCR no ha recuperado todavía el dinero público, que asciende a 138 millones de dólares.

El 3 de julio de 1997, altos dirigentes de Arena fueron involucrados en una millonaria estafa. La Superintendencia del Sistema Financiero intervino las sociedades financieras FINSEPRO e INSEPRO. La Fiscalía General de la República determinó que el señor Roberto Mathies Hill y otros miembros de las Juntas Directivas de dichas instituciones habían cometido el delito de defraudación de la economía pública. El señor Hill estuvo varios años preso. Luego fue absuelto, pero el Estado nunca recuperó el dinero. El monto fue de 80.5 millones de dólares. En 1999 se produce un fraude a la economía pública por parte de la ONG Radabaren y de la institución pública PROCADES. El monto fue de 4.6 millones de dólares.

Señor Cristiani : la corrupción es abundante, los privilegios fueron absolutos. En 1999 los accionistas del Banco de Crédito Inmobiliario (CREDISA), liquidaron la institución tras comprobar pérdidas por más de 72 millones de dólares. CREDISA fue adquirida por varios bancos privados. El monto defraudado ascendió a 142.5 millones de dólares. En los años 1998-2001, el Ministerio de Obras Públicas realizó adjudicaciones de obras de forma amañada para trabajos en la carretera del Litoral, del Puerto La Libertad hacia Acajutla, la carretera El Portezuelo-Atiquizaya-Las Chinamas-El Jobo y el Puente Cuscatlán. El monto perdido fue de 38 millones de dólares. En 1999 se produjo una malversación de recursos en el Ministerio de Hacienda, por 1.1 millones de dólares.

En la actualidad hay un columnista de el diario de hoy que con rencor y sin fundamento alguno ataca permanentemente al FMLN. Deberá ser este partido y sus dirigentes, los que en algún momento pongan las cosas en claro; sin embargo, debemos decir que este señor ha estado implicado en tráfico de influencias y conflicto de intereses en el Ministerio de Economía. En el año 2000, este Ministerio permitió la importación libre de aranceles, de desperdicios de pilas y otros insumos para la fabricación de baterías. La decisión la tomó el ministro Miguel Lacayo, presidente y propietario de la empresa Baterías de El Salvador, la única fabricante de este producto en El Salvador. El monto señalado fue de 40.2 millones de dólares. La fracción legislativa del FMLN documentó este tráfico de influencias y acusó legalmente al funcionario. Comprenden ahora estimados lectores el porqué del rencor y la amargura del señor Lacayo contra el partido político de izquierda.

En el año 2001 se produce el robo de abono en el Banco de Fomento Agropecuario, donado por el gobierno de Japón. Se acusa a Alfredo Cristiani de ese hecho delictivo. En 2003 se conoció que el presidente de la ANDA, Carlos Perla, y otros altos funcionarios de esa institución, estaban involucrados en un desfalco por manipulación en las licitaciones y contratos de la institución autónoma. Perla huyó hacia Francia, donde fue capturado y devuelto a El Salvador. Actualmente enfrenta un proceso judicial. El monto asciende a 100 millones de dólares. Las investigaciones, sin embargo, no continuaron a pesar de que se señalaba a altos funcionarios de Arena vinculados en esta corrupción millonaria.

Y podíamos seguir con la enorme lista de los casos de corrupción cometidos por funcionarios de Arena en estos infames veinte años, donde los privilegios, los abusos, el tráfico de influencias y conflicto de intereses, eran el signo permanente. No puede alegarse ignorancia ni tampoco falta de información, pues hasta algunos ex miembros de Arena y altos dirigentes ahora excluidos de este partido han señalado hechos contundentes. El señor Cristiani puede ofuscarse, decir cuanto tontería se le ocurra para tratar de ocultar los desfalcos y estafas millonarias, pero los casos están debidamente documentados y comprobados; por ello es que se oponen a un cambio en la presidencia de la Corte de Cuentas y al nombramiento de una persona honorable e imparcial en la Fiscalía General de la República.

El presidente Funes, en su primer mensaje a la nación, no ha mentido ni ha faltado al respeto o a la verdad al acusar de corrupción a los cuatro regímenes areneros; simplemente como corresponde a un mandatario responsable, se ha limitado a señalar casos concretos, a confrontar la realidad, a decirle a los salvadoreños que comienza una nueva era, que se terminaron los privilegios, los “padrinazgos”, y que se combatirá frontalmente la corrupción, el crimen organizado, el narcotráfico y la evasión fiscal.

El discurso trillado de “nosotros asumiremos plenamente nuestra responsabilidad de defender nuestras libertades y nuestro sistema democrático”, seguirá escuchándose en los amplios salones de los personeros de Arena responsables de hundir al país en la peor de las miserias, en la escandalosa corrupción, en el contrabando, el narcotráfico y la evasión de impuestos; pero al final resplandecerá la verdad, la justicia y la unidad entre todos los salvadoreños de bien, los que auténticamente han luchado por la paz y el progreso; desde luego excluimos a los traficantes, a los buitres y mercaderes de la inmundicia, la avaricia y la usura. Esta es la única verdad, la permanente realidad que hombres atados a privilegios y a un oscuro pasado, se rehúsan a aceptar.

Pocote