Neofascistas, hijos de Hitler!

En estos días de vacación, la semana mayor, el señor Norman Quijano, candidato arenero a la alcaldía de San Salvador, y el señor Rodrigo Ávila, surgido de las pasarelas y del reality show para aspirar a la silla presidencial, se han dado a la tarea de asistir a las playas, centros comerciales y arterias congestionadas de veraneantes para promocionarse y entregar botecitos con medicinas a incrédulos salvadoreños. Ambos, desde luego, aprovechan para platicar y reciclar mensajes demagógicos.

El mensaje central del señor Ávila, estriba en una "nueva derecha, popular y social, para resolver (ahora sí?) los graves problemas que abaten a la población". Desde luego, esos "turistas" no representan al verdadero pueblo salvadoreño, pero sí son sujeto de la demagogia y la palabra suelta, incoherente y vacía. Porque, sino, díganme ustedes : qué es eso de "derecha social y popular", o eso de "los valores"? Creemos que no son recursos para una campaña política. O el fracasado ex-director de policía afronta serias limitaciones intelectuales o más de un asesor trasnochado le ha dicho que ese es el camino más apropiado para evitar un descomunal fracaso en las elecciones presidenciales del próximo año.

Consideramos eficaz y válida una campaña y un discurso electoral en la medida que el candidato haga posible la vigencia de un modelo social, político y económico determinado. Entre nosotros las tensiones y las contradicciones se originan en la incapacidad para trazar nítidamente el modelo que conforme nuestra vida política. Esto, desde luego, si hablamos de un gobierno vigente; pero como el señor Ávila es el candidato del régimen, entenderíamos que los lineamientos vienen de los actuales huéspedes de la casona. Es entonces que el malabarismo y la inconsistencia de su programa no están huérfanos y, por lo tanto, tienen padres, nombres y apellidos.

Para nada encontramos en lo visto y escuchado hasta hoy, algo que se aparte de la usual literatura política, de las frases y palabras trilladas, nada en ese incoherente discurso de Ávila que pueda mover la inquietud de los jóvenes o, tan siquiera, renovar la voluntad de los mayores. El estilo del mensaje –tan aforístico, inconsistente y dogmático- no responde a las angustiosas necesidades e interrogaciones de nuestra hora; el lenguaje puede parecer atractivo ("derecha social y popular"), pero, en el fondo, expresa una política elemental, contradictoria y, si ustedes prefieren, desleída y borrosa.

Hitler en Alemania y Mussolini en Italia, hablaban de un mandato democrático-social-nacionalista. Terribles adjetivos en la memoria de quienes recuerden la historia del siglo pasado, pero que corresponden a una ideología despiadada e infame. Esos criminales, al igual que hoy lo afirman los neofascistas ante multitudes de delirantes fanáticos, proponían ampliar la base de la democracia política, para crear fuerzas y generar la democracia económica. Sustentaban (extraña coincidencia) el principio de una "derecha popular y socialista". Al menos, Mussolini fue socialista en los comienzos.

El señor Ávila repite una y otra vez esos conceptos, pero en ningún momento declara el propósito de romper los obstáculos que impiden la libertad de las organizaciones obreras y campesinas, o tan siquiera de los municipios, generando mayor apertura, descentralización y fuerza en la autonomía. El mismo presidente Saca nunca ha dado pruebas de tan siquiera corregir la distribución del ingreso. Al nomás ver las tan tímidas y débiles medidas adoptadas, se advierte que, al final de su mandato, los resultados serán iguales, sino peores, de como los dejaron los anteriores presidentes de Arena.

El señor Ávila, representante del neofascismo y, por supuesto, del nefasto continuismo, inspira su mensaje en la demagogia y, según sus trasnochados asesores de imagen y de verbo, en la fuerza de la razón y el convencimiento. Si se siguen y analizan sus disparatados discursos al final no dice ni explica nada. Es, con mucho, un árbitro, un moderador y un armonizador de intereses en conflicto. Pero...es esto posible en el país de las grandes miserias y las supremas injusticias, en el que un aspirante a la presidencia no debería ser mediador imparcial sino beligerante defensor de su pueblo?

Escuchando y analizando se encuentran muchas “perlas”, como esta otra : el ayer inmediato se convierte rápidamente en historia. Para este régimen, así como para su triste candidato presidencial, el ayer, el trasfondo inmediato más grave y solemne está formado por el fracaso rotundo en la gestión gubernamental, en la injusticia social, en la desigualdad, en la marginación de las mayorías poblacionales, en la creciente migración de salvadoreños hacia los Estados Unidos, en el ofensivo alto costo de la vida, en la indetenible espiral de violencia.

Así que eso de “con Arena hemos logrado estabilidad macroeconómica, libertad, seguridad y progreso” bien lo pueden guardar en el baúl de su abuela, y abrirlo cuando quieran reírse de las desgracias que le han ocasionado a este pueblo.

Por POCOTE
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