Los prejuicios sobre la Reforma Educativa

Desgraciadamente, hasta las últimas generaciones de salvadoreños hemos sido educados con métodos deformantes, hechos y preparados por los vividores y explotadores del sistema económico que nos rige. Hemos sido marcados, como se marca el ganado, por la decadente moral que los poderosos nos han reservado. El gobierno actual está en la obligación de transformar esta realidad, de luchar contra esta concepción monstruosa de hacer del alumno, del educando, un simple receptor de superficiales y erroneos conocimientos, de no educar conforme a la realidad y los grandes cambios operados en el mundo. Seremos culpables para siempre si continuamos alentando una serie de prejuicios, si no desterramos la educación deformante que hasta hoy hemos recibido.

Las naciones del mundo que han prosperado en todos los órdenes, han tenido que someterse a drásticos cambios en su modelo económico, en las relaciones sociales y, sobre todo, en la educación y la cultura. No es posible avanzar y alcanzar grandes objetivos si somos conservadores y no introducimos en la enseñanza de la primaria a la universitaria los avances científicos y tecnológicos y los modernos métodos educativos. Obviamente, si la estructura mental de los hombres y las mujeres ha de cambiar, es necesario proponerles una nueva filosofía, mostrarles la existencia de otras formas de convivencia y relaciones en la sociedad. No es simplemente la expresión de géneros, como señalan un tanto equivocadas las asociaciones feministas, al hablar de la supremacía del hombre sobre la mujer y la necesidad de darles mayor oportunidad dentro del gabinete de gobierno.

No es difícil percatarse de la dificultad que implica el lograr cambios en las estructuras mentales, especialmente cuando los sujetos a quienes se quiere ofrecer una nueva forma de pensamiento, son tan viejos mentalmente, negándose siquiera a escuchar cualquier nueva proposición. Lo hemos visto palpablemente con la reacción de políticos decadentes y dirigentes de las cúpulas empresariales al oponerse a los “apuntes” y lineamientos del Ministerio de Educación para la puesta en marcha de un Programa Nacional de Alfabetización. Los tristes argumentos de estos prehistóricos y jurásicos “ancianos mentales” se centran en “los peligros de un adoctrinamiento de los niños y los jóvenes”, sobre todo cuando se menciona la posibilidad de utilizar el método de “Yo si puedo”, creado por los cubanos y aprobado por la UNESCO, organismo para la ciencia, la educación y la cultura de las Naciones Unidas.

Los salvadoreños de las viejas generaciones, y por “viejo” me refiero a aquellos incapaces de evolucionar, rechazan de antemano hasta las más mínima sugerencia de cambio, aterrados ante “lo desconocido” y contentos con lo tradicional. Ellos, precisamente, son culpables y responsables del atraso cultural de nuestra sociedad. Por qué impedirle a nuestra niñez el libre conocimiento de diversos sistemas económicos, de modelos de desarrollo, de corrientes filosóficas del pensamiento distintos al capitalismo, al liberalismo o el neoliberalismo? Cuál es el temor de que libremente los jóvenes opten por el socialismo, el anarquismo, el comunismo u otra corriente económica-filosófica? Así como se estudia a Keynes o Smith, también deben conocer a Lenin, Marx y más. Cuál es el miedo de los “grandes pensadores” o políticos trasnochados de que así como se pretende obligar a leer la Biblia en las escuelas y colegios, también se permita la lectura del las categorías filosóficas o el Materialismo Histórico y Dialéctico? Si en verdad queremos una sociedad evolucionada, avanzada, estamos obligados a respetar el derecho al conocimiento, al saber y a la educación y cultura integral de todos los salvadoreños.

El sistema educativo de El Salvador es muy atrasado. Evolucionamos en una educación deformante que obliga al estudiante a aceptar y concebir el mundo donde el único sistema y modelo económico bueno y legítimo es el capitalismo (en su más dura expresión), pero que, por el contrario, tanto el socialismo como el comunismo son consideradas como “teorías” totalmente superadas y aberrantes para el pensamiento humano. Es como la simpleza de ver el pequeño cosmos de la sociedad integrado por dos bandos rivales: uno formado por hombres que detentan el poder y defienden sus privilegios; el otro por mujeres que deben obediencia al poderoso, pero que en algunos casos lo olvidan y se debe obligarles a volver al carril. Rivales siempre, antagónicos siempre, el hombre y la mujer deben marchar desunidos, aun cuando la biología y la ternura los unan. Una tesis muy cercana al pensar de las rancias asociaciones feministas.

Desgraciadamente, hasta las últimas generaciones de salvadorenos hemos sido educados con métodos deformantes, hechos y preparados por los vividores y explotadores del sistema económico que nos rige. Hemos sido marcados, como se marca el ganado, por la decadente moral que los poderosos nos han reservado. El gobierno actual está en la obligación de transformar esta realidad, de luchar contra esta concepción monstruosa de hacer del alumno, del educando, un simple receptor de superficiales y erroneos conocimientos, de no educar conforme a la realidad y los grandes cambios operados en el mundo. Seremos culpables para siempre si continuamos alentando una serie de prejuicios, si no desterramos la educación deformante que hasta hoy hemos recibido. Las autoridades del Ministerio de Educación deben resistir los ataques y las campañas de los sectores retrógrados de la sociedad, e impulsar tanto un novedoso Programa Nacional de Alfabetización, como reformas profundas al sistema educativo.

De lo contrario seremos parte del atrasado y compartirán responsabilidad por acción u omisión si permiten que las nuevas generaciones se nutran con el mismo veneno de la ignorancia, de la superstición, de los mitos y las leyendas. Los “grandes” empresarios, sus lacayos y testaferros, siempre se opondrán a los cambios profundos en las estructuras sociales y económicas; para esta clase de personas en la sociedad todo está bien y únicamente faltan unos “cambios” cosméticos, ciertos agregados en los programas educativos, pero nada que “atente contra las libertades y la democracia”.

Dados los enormes avances en el mundo, los notables cambios en las sociedades verdaderamente libres, dentro de los cuales tanto la participación de los hombres como de las mujeres se ha incrementado notablemente en todos los campos, es de esperarse que los textos escolares que dentro de poco tiempo se lean y discutan en la primaria y la secundaria, reflejen esta evolución y presenten a la mente infantil un mundo diferente del que conocieron sus abuelos y sus padres.

Las Asociaciones feministas, por cierto, deben aportar mucho, tanto en el Programa Nacional de Alfabetización como en las reformas al sistema educativo. Hasta hoy debemos aceptarlo también como una deformación, las capacitaciones y las orientaciones vocacionales están dirigidas a “ellos”, a quien se induce a fabricar, a proseguir estudios superiores, a crear arte. Es el hombre quien hace música, literatura y arte. Es él quien alcanza las cumbres de la cultura. Es él quien manda. Muchos textos escolares que hemos tenido en nuestras manos, muestran a las niñas dedicadas a artes menores, consolando a su amigo lastimado, barriendo, enferma, acariciando las flores, haciendo el café o sacudiendo las libreras. Es absolutamente discriminatorio el orientar al niño hacia la medicina y a su hermana hacia la enfermería; el niño a que sea piloto, la niña azafata; el niño abogado, la niña secretaria.

Todos los caminos, en una completa e integral reforma educativa deben estar abiertos para ambos y la elección hacerse con base en el talento y no al sexo. Está bien protestar por la destitución de la señora Cuenca de la Secretaría de Cultura; pero es más importante para las asociaciones feministas reparar y participar en los cambios estructurales del sistema...no les parece?

En síntesis, insistimos en que la legislación, los acuerdos o decretos deben apoyarse sobre bases sólidas y permanentes. Mientras la mentalidad sea la misma, mientras se eduque estrictamente para la producción y el mercantilismo, no saldremos adelante. La educación debe iluminar el camino de la auténtica transformación social, llevarnos a nuevos estadios de superación intelectual y también material. El Ministerio de Educación no sólo debe escuchar los “aportes” y las sugerencias de FUSADES, FEPADE o las Universidades privadas. En primer lugar, su mayor soporte está en los profesores de educación primaria, secundaria y universitaria, y también en las organizaciones civiles, sobre todo intelectuales de gran prestigio. Tomar en cuenta los modelos de otros países y los planes exitosos. No temer a las experiencias de Cuba, Venezuela, Nicaragua o, últimamente, de Bolivia. Y en forma definitiva rechazar las intromisiones de sectores interesados, generalmente atrincherados en las cúpulas empresariales, que aspiran a los mismos planes educativos y a modificaciones leves en los textos escolares.

Pocote