La profunda e irreversible crisis enfrentada por el partido Arena, tiene su antecedente inmediato en el autoritarismo, la prepotencia y el verticalismo de sus dirigentes, mandos medios y patrocinadores (oligarquía) con respecto a sus bases y militantes. El desconocimiento deliberado de esta situación los ha llevado a un callejón sin salida. Si no aceptamos y reconocemos nuestros defectos, tanto personales como nacionales, y si no sabemos escuchar a otros, irremediablemente estamos condenados al fracaso, en cualquier acción o actividad que emprendamos.
Sin el conocimiento de aquello que nos motiva, sin la atención racional de los problemas de otros, sin la empatía necesaria en los dirigentes, difícilmente podremos corregir las carencias que impidan nuestro desarrollo integral como individuos y como nación. Seguramente el origen de muchos de los problemas que hoy enfrenta Arena, están en su pasado histórico, en la formación autoritaria-empresarial de sus dirigentes, en la costumbre hecha ley de imponer verticalmente decisiones sin consultar y únicamente comunicar a sus correligionarios que se han firmado convenios, pactos o alianzas que pueden perjudicar o favorecer a un conglomerado o sector de la sociedad.
La venta de activos y empresas del Estado, la imposición de la Ley de Estabilización Monetaria, conocida como dolarización, el aumento del IVA, las estrechas relaciones con partidos políticos decadentes como el PCN, PDC, Frente Democrático, o las tendencias dirigidas por figuras políticas desprestigiadas y calificadas de traidores por la población, como Joaquín Villalobos, Facundo Guardado, Eduardo Sancho, Ana Guadalupe Martínez y Julio Hernández, por ejemplo; el desconocimiento de la Carta Democrática Interamericana para aceptar como “bueno” a golpes de Estado; el brindar apoyo y refugio a terroristas internacionales y el permitir y avalar la corrupción generalizada, son apenas algunas de las “perlas” que han ido minando los cimientos de Arena y de sus altos dirigentes.
La labor de los que de una u otra forma tratamos de enfocar estos temas y contribuir a la reflexión de nuestros estimados lectores, es hurgar en ese pasado inmediato, conocer de hechos que han afectado a la población, para tratar de entender las razones y los motivos precisos que llevan o han provocado el descalabro de un individuo, de una organización o de un partido político. Lógicamente, no somos academicistas, ni periodistas, y no tenemos acceso a todas las fuentes de información, más que aquellas hechas públicas por las mismas personas o funcionarios afectados, en este caso particular las declaraciones y las inconformidades de los doce diputados de Arena.
En los últimos comentarios, mucho antes que se produjera el sismo en Arena, dijimos que la conducta de ciertos dirigentes, así como de los diputados Ernesto Angulo, Guillermo Gallegos, Milena Calderón y Donato Vaquerano, no contribuían en nada a la estabilidad de la nación y mucho menos a la modernización e institucionalidad partidaria. Todo ello porque sus constantes prédicas y declaraciones estaban signadas por el odio y el revanchismo político, supuestamente dirigido contra el FMLN, pero también contra el pueblo salvadoreño que conscientemente tomó la decisión el pasado 15 de marzo del año en curso, de llevar a la presidencia a Mauricio Funes. El partido Arena y sus dirigentes aún no han asimilado su derrota ni se acostumbran a ser una oposición fuerte y constructiva.
Los pasos hasta hoy seguidos han estado marcados por la reacción fortuita y del “hígado”, contra políticas anunciadas por el Ejecutivo. No han asumido su responsabilidad ni han aceptado que problemas puntuales como la alarmante ola delincuencial, el abandono de la agricultura, el deterioro ambiental, la corrupción y la bancarrota de las finanzas estatales, para citar sólamente algunos, fue herencia de los cuatro regímenes areneros y sus 20 años de infames gestiones públicas. Por eso decíamos que el desconocimiento de nuestros defectos y actuaciones nos lleva irremediablemente al abismo sin fondo. Arena no aprende de sus errores, no acepta con caballerosidad sus grandes males, y trata por todos los medios posibles de justificarse y atribuírselos a terceros, cuando todos los salvadoreños conocen perfectamente dónde están ubicados los culpables de los desastres que ahora padecemos en todos los niveles.
Si Arena quiere sobrevivir, decíamos en un comentario anterior, debería adaptar sus estatutos a los nuevos tiempos, formar líderes jóvenes, emprendedores y dejar a un lado a políticos frustrados y todavía enredados en la “guerra fría” y en años de la ira cuando todos los problemas internos y externos los resolvían por la fuerza y utilizando recursos claramente reñidos con la ley y la justicia. No debemos olvidar que los actuales dueños de Arena, fueron los patrocinadores y fundadores de los fatídicos escuadrones de la muerte, de organizaciones fantasmas y de grupos de fachada que tanto dolor, luto y muerte causaron a la población salvadoreña. Su mismo himno es un canto permanente a la violencia y al odio de clase. El partido Arena, tal y como lo conocemos hoy, es un partido de guerra, una herramienta que se utilizó para la agresión frontal contra el pueblo, pero que hoy se halla desfasado, caduco y que no encaja en los nuevos retos que como sociedad necesitamos plantearnos.
Los problemas que ahora enfrentan no son fáciles de resolver, lo decimos porque mientras domine el autoritarismo, el “yo mando”, las diferencias internas entre las mismas derechas, y la sed de poder de grupos antagónicos, no podrán alcanzar el puerto deseado. No con simples declaraciones líricas, extrañamente pronunciadas por una añeja líder política como Gloria Salguero Gross, quien dijo a la prensa que “hoy estamos más unidos que nunca y vuelven las cosas a su estado normal”. Mucho habrá que corregir y aceptar para tratar de salvar al barco de lo que hasta hoy parece un inminente naufragio. Arena también tiene el lastre de una inmensa corrupción que salpica no sólo al último gobierno de Antonio Saca, sino que se inicia con el mandato de Alfredo Cristiani, quien perversamente manejó el Estado como su hacienda particular. Todavía en los dos últimos años, sus empresas obtenían “casualmente” todas las licitaciones; incluso, hasta fundó servicios de comida rápida para Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, transformandose tambien en el gran proveedor de semillas mejoradas para el agro y medicinas para el Seguro Social y la red hospitalaria del país.
Son todos estos hechos macabros, ilícitos, deshonestos los que han marcado la vida y el desarrollo de este partido político. Los diputados “rebeldes”, como los llama el periodismo, lo escuchan diariamente de sus propios correligionarios en cada visita o gira que realizan por su departamento o municipios: les exigen cambios drásticos en la dirigencia y modificaciones estatutarias para tratar de revertir la vertiginosa caída. Los sondeos de opinión pública realizados por al menos dos casas encuestadoras, ubican a Arena con apenas un 25% de aceptación, mientras el FMLN alcanza un 49.5%. Una diferencia abismal, desde luego respaldada por el triunfo electoral de la izquierda, pero sobre todo por el descontento y la inconformidad que priva en la militancia del ahora partido opositor.
Sin el conocimiento de aquello que nos motiva, sin la atención racional de los problemas de otros, sin la empatía necesaria en los dirigentes, difícilmente podremos corregir las carencias que impidan nuestro desarrollo integral como individuos y como nación. Seguramente el origen de muchos de los problemas que hoy enfrenta Arena, están en su pasado histórico, en la formación autoritaria-empresarial de sus dirigentes, en la costumbre hecha ley de imponer verticalmente decisiones sin consultar y únicamente comunicar a sus correligionarios que se han firmado convenios, pactos o alianzas que pueden perjudicar o favorecer a un conglomerado o sector de la sociedad.
La venta de activos y empresas del Estado, la imposición de la Ley de Estabilización Monetaria, conocida como dolarización, el aumento del IVA, las estrechas relaciones con partidos políticos decadentes como el PCN, PDC, Frente Democrático, o las tendencias dirigidas por figuras políticas desprestigiadas y calificadas de traidores por la población, como Joaquín Villalobos, Facundo Guardado, Eduardo Sancho, Ana Guadalupe Martínez y Julio Hernández, por ejemplo; el desconocimiento de la Carta Democrática Interamericana para aceptar como “bueno” a golpes de Estado; el brindar apoyo y refugio a terroristas internacionales y el permitir y avalar la corrupción generalizada, son apenas algunas de las “perlas” que han ido minando los cimientos de Arena y de sus altos dirigentes.
La labor de los que de una u otra forma tratamos de enfocar estos temas y contribuir a la reflexión de nuestros estimados lectores, es hurgar en ese pasado inmediato, conocer de hechos que han afectado a la población, para tratar de entender las razones y los motivos precisos que llevan o han provocado el descalabro de un individuo, de una organización o de un partido político. Lógicamente, no somos academicistas, ni periodistas, y no tenemos acceso a todas las fuentes de información, más que aquellas hechas públicas por las mismas personas o funcionarios afectados, en este caso particular las declaraciones y las inconformidades de los doce diputados de Arena.
En los últimos comentarios, mucho antes que se produjera el sismo en Arena, dijimos que la conducta de ciertos dirigentes, así como de los diputados Ernesto Angulo, Guillermo Gallegos, Milena Calderón y Donato Vaquerano, no contribuían en nada a la estabilidad de la nación y mucho menos a la modernización e institucionalidad partidaria. Todo ello porque sus constantes prédicas y declaraciones estaban signadas por el odio y el revanchismo político, supuestamente dirigido contra el FMLN, pero también contra el pueblo salvadoreño que conscientemente tomó la decisión el pasado 15 de marzo del año en curso, de llevar a la presidencia a Mauricio Funes. El partido Arena y sus dirigentes aún no han asimilado su derrota ni se acostumbran a ser una oposición fuerte y constructiva.
Si Arena quiere sobrevivir, decíamos en un comentario anterior, debería adaptar sus estatutos a los nuevos tiempos, formar líderes jóvenes, emprendedores y dejar a un lado a políticos frustrados y todavía enredados en la “guerra fría” y en años de la ira cuando todos los problemas internos y externos los resolvían por la fuerza y utilizando recursos claramente reñidos con la ley y la justicia. No debemos olvidar que los actuales dueños de Arena, fueron los patrocinadores y fundadores de los fatídicos escuadrones de la muerte, de organizaciones fantasmas y de grupos de fachada que tanto dolor, luto y muerte causaron a la población salvadoreña. Su mismo himno es un canto permanente a la violencia y al odio de clase. El partido Arena, tal y como lo conocemos hoy, es un partido de guerra, una herramienta que se utilizó para la agresión frontal contra el pueblo, pero que hoy se halla desfasado, caduco y que no encaja en los nuevos retos que como sociedad necesitamos plantearnos.
Los problemas que ahora enfrentan no son fáciles de resolver, lo decimos porque mientras domine el autoritarismo, el “yo mando”, las diferencias internas entre las mismas derechas, y la sed de poder de grupos antagónicos, no podrán alcanzar el puerto deseado. No con simples declaraciones líricas, extrañamente pronunciadas por una añeja líder política como Gloria Salguero Gross, quien dijo a la prensa que “hoy estamos más unidos que nunca y vuelven las cosas a su estado normal”. Mucho habrá que corregir y aceptar para tratar de salvar al barco de lo que hasta hoy parece un inminente naufragio. Arena también tiene el lastre de una inmensa corrupción que salpica no sólo al último gobierno de Antonio Saca, sino que se inicia con el mandato de Alfredo Cristiani, quien perversamente manejó el Estado como su hacienda particular. Todavía en los dos últimos años, sus empresas obtenían “casualmente” todas las licitaciones; incluso, hasta fundó servicios de comida rápida para Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, transformandose tambien en el gran proveedor de semillas mejoradas para el agro y medicinas para el Seguro Social y la red hospitalaria del país.
Son todos estos hechos macabros, ilícitos, deshonestos los que han marcado la vida y el desarrollo de este partido político. Los diputados “rebeldes”, como los llama el periodismo, lo escuchan diariamente de sus propios correligionarios en cada visita o gira que realizan por su departamento o municipios: les exigen cambios drásticos en la dirigencia y modificaciones estatutarias para tratar de revertir la vertiginosa caída. Los sondeos de opinión pública realizados por al menos dos casas encuestadoras, ubican a Arena con apenas un 25% de aceptación, mientras el FMLN alcanza un 49.5%. Una diferencia abismal, desde luego respaldada por el triunfo electoral de la izquierda, pero sobre todo por el descontento y la inconformidad que priva en la militancia del ahora partido opositor.
Alfredo Cristiani puede seguir intentado una “reconciliación” y hacer “entrar en razón”, como ingenuamente piden veteranos areneros, a los doce diputados; pero más allá de “aceptar” la disciplina partidaria, subyacen problemas de fondo que no se solucionan con una simple firma de “compromisos”: la verdadera solución está en el cambio de la dirigencia, en la modificación de los estatutos, en la modernización de este partido, si en verdad quieren salir a flote y tratar de recuperar el espacio perdido. Una misión muy difícil, complicada; pero el juicio de la historia es inapelable y los tribunales populares ya han dictado la sentencia porque conocen perfectamente dónde están los culpables directos de la crisis política, económica y social que padece El Salvador. Como dice la sabiduría popular “no hay poder divino que salve a los corruptos”.
Pocote
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es que la crisis en ARENA tiene una respuesta simple: la idea de tony saca de reelegirse en 2014 (segun el se cree la popularidad que las encuestas le otorgaban) y la idea de cristiani de que el candidato presidencial sea norman quijano
ResponderEliminarasi de increible tantos años para la presidencia y ya se estan peleando el puesto, ademas tony saca quiere que la proxima candidata a alcaldesa por san salvador sea margarita de escobar y cristiani quiere que siga norman quijano un periodo mas
en verdad ARENA se destruye por si misma
me deprime el estado de nuestro gran partido ARENA y ver como estos HJDPT estan acabando con el legado de nuestro mayor D'aubuisson !!!!!!!
ResponderEliminar(a cualquiera convenzo con esa paja !)