La necesidad de crear medios de comunicación fuertes.

En los días posteriores al triunfo en las elecciones presidenciales del FMLN., hemos venido escuchando y leyendo la necesidad de que el nuevo gobierno cree y fortalezca sus propios medios de comunicación, no sólo como una necesidad para defenderse de los ataques de la reacción -que ya se vislumbran-, sino como una "devolución del habla al pueblo", como decía Armand Mattelart. Por lo demás, esto será un paso esencial, como en todo proceso de liberación verdaderamente popular. El nuevo mandatario sabe de esto puesto que por más de veinte años se dedicó al periodismo. Mattelart escribió que la "cultura socialista no se elabora en un laboratorio o en un microcosmos, a partir de la imaginación"; lejos estamos nosotros de propugnar o establecer las bases para una "cultura socialista", pero al menos tenemos que comenzar a cambiar las reglas del juego, tanto en la educación como en la cultura y para ello es imperativo desarrollar una intensa y agresiva campaña de alfabetización. Sera menester crear un Ministerio de la Cultura, para fomentar todas las artes, conservar y fomentar nuestro patrimonio histórico, natural y cultural, publicar con mayor criterio y calidad las obras de la literatura nacional y universal y motivar a los creadores, intelectuales o trabajadores de la cultura, a que participen del gran esfuerzo nacional del rescate de la Cultura y de nuestra identidad. No se trata de volver sobre las tesis de la prensa obrera de Lenin o las concepciones de Brecht, acerca del arte proletario, lejos de ello están nuestras motivaciones. Se trata de crear verdaderos medios de comunicación, tanto escritos, radiales, como televisivos, no como la basura que actualmente se difunde; debemos decir que el sistema capitalista confiere a la comunicación masiva un carácter de mito, como si ésta tuviera autonomía propia y trascendiera las relaciones sociales en que está inscrita. Al propagar una supuesta "neutralidad" de los medios de información, la burguesía encubre las motivaciones que hay detrás de cada mensaje que produce. "En la sociedad capitalista, dice Matterlart, el medio de comunicación tiene una función esencialmente desorganizadora y desmovilizadora de las clases dominadas. Neutraliza y desorganiza dichas clases en tanto clases y, en cambio, afianza la solidaridad en torno a la clase dominante y sus intereses". En un sistema capitalista con remanentes feudales, como el salvadoreño, la selección y distribución de la información es siempre vertical. Uno siempre ve la realidad y la interpreta por otro. La única perspectiva eficaz, y permítanme la palabra "revolucionaria", es quitarle a la clase dominante la dinámica de la información. En tal sentido, retomo esa frase de la revolución cultural china : "devolver el habla al pueblo". Esto significa que el pueblo sea el protagonista y el emisor en los medios de comunicación. Cuando hablamos del protagonismo de los intelectuales, de los trabajadores de la cultura, estamos afirmando que las clases trabajadoras deben tener acceso a muchos medios informativos, no como periodistas, reporteros, editores o correctores de pruebas, pero sí sugiriendo temas, contenidos y no simplemente reproduciendo mensajes o pidiendo derecho a respuesta o rectificación, lo cual ya existe en la Ley de Imprenta. Los trabajadores de la cultura, más que "pedir o solicitar" cargos en el nuevo gobierno, deben colaborar -por supuesto, recibiendo salario- en la creación de talleres populares donde se editen publicaciones locales, grupos de discusión de noticias, la formación de corresponsales, bien para medios estudiantiles, comunales, obreros o rurales. Ya muchos expertos en la materia, inclusive funcionarios de la UNESCO, sostienen que para la consolidación de una cultura popular (nuevamente no mencionamos "cultura revolucionaria", pues lejos de ello estamos) es necesaria una política planificada que tome en cuenta, entre otras necesidades, la defensa del gobierno de izquierda, la promoción de una conciencia nacional y una conciencia paralela de solidaridad con las naciones del Tercer Mundo, y, en suma, que los medios de comunicación lleguen a todo el país. Al hablar de la necesidad de crear y fortalecer medios de comunicación al servicio del pueblo y del nuevo gobierno, estamos hablando de que realmente sean masivos y no estén restringidos a los sectores urbanos, pues con ello se estaría garantizando que los mensajes explicando los alcances de cada obra realizada o el rechazo a las calumnias y ataques de la reacción, lleguen a todos los extractos de la población. Por eso será urgente diseñar mensajes especiales para radio, prensa y televisión; esto es, pues, elaborar una verdadera política de comunicación. Lo reiteramos : no estamos en favor de fomentar una actitud populista, sino de fomentar una conciencia crítica que permita un empleo popular de estos medios, y para ello, como lo mencionamos al principio de este comentario, se requiere un nuevo concepto de cultura y educación. Una cultura, si ustedes quieren, "militante", que se oponga a la falsa disyuntiva entre "cultura" y "política". De lo que se trata, en este primer gobierno de izquierda, será de "restablecer al hombre individual en tanto creador y permitir que dicha creación restablezca a todos los hombres en sus prerrogativas", para citar a Matterlart. Si este nuevo gobierno ignora el papel fundamental de los medios de información, estaría sellando su fracaso, pues desde las primeras medidas que tome (por ejemplo, imponer multas efectivas a los evasores de impuestos, combatir la corrupción en las aduanas y el contrabando, así como hacer cumplir la ley en las licitaciones, sólo para citar tres urgentes) comenzarán los ataques de la prensa derechista. No debe olvidarse que los enemigos del pueblo aprendieron más rápidamente que las masas. Así, en tanto no sean las masas quienes "tengan la facultad efectiva y consciente de pesar en la realidad del poder, todo proceso popular (insistimos : no revolucionario) es susceptible de ser desvirtuado por un proyecto que libera ilusoriamente una fracción a costa de la no liberación de las masas", como dice Matterlart. El nuevo gobierno no debe olvidar -sobre todo por esos "cantos de sirena" y por la hipocresía de los que en la campaña electoral se confundieron en la vergonzosa campaña sucia- que la mayoría de los "grandes medios" de publicidad (radio, prensa, televisión y revistas) están en poder de la burguesía local. El FMLN tendrá, por los próximos cinco años, el gobierno, pero no el poder absoluto. En el tiempo de Allende, en Chile ,la izquierda se equivocó al intentar subvertir la ideología burguesa "desde adentro", utilizando las técnicas de propaganda burguesa. Restringida por la necesidad de aliarse con otros sectores de la política chilena, la izquierda se limitó a recoger los modos de cultura y de información que le había heredado el régimen anterior. Por otra parte, los medios de información eran administrados con un criterio mercantil, calificando su eficacia según los resultados de mercado que obtuvieran, como si las conciencias fueran productos de compraventa en el mercado de las ideas. La más grave limitación que tuvieron los partidarios del cambio, fue tener que aceptar las restricciones del "Estado de Derecho" que debía ser preservado sobre cualquier otra consideración política. No les suena curioso que la oligarquía y los empresarios salvadoreños hablen, precisamente en la antesala de la toma de posesión del nuevo gobierno, de que "estaremos vigilantes y atentos a que se respeten las libertades y se establezcan reglas claras para la inversión, que se respete la libertad de expresión y de prensa, el Estado de Derecho y, en fin, la democracia". Los dirigentes del FMLN y el mismo Funes, deben estar atentos a cada uno de esos mensajes "engaña bobos"; No está demás recordarles que en su afán por ganar adeptos entre las clases medias, y estar a tono con el sentimiento y el pensar de la burguesía, la izquierda chilena descuidó la consolidación de los sectores que ya estaban integrados al proceso revolucionario. Matterlart dice, al respecto, que "en vez de ser órganos de movilización de las masas organizadas, el aparato tecnológico masivo de la izquierda se tornó vector de la tranquilización de las capas medias, si hubiera congruencia entre la línea de masas y los criterios de las capas medias, si hubiera compatibilidad, la revolución podría resumirse en la expansión cuantitativa de los privilegios que la burguesía ha reservado hasta ahora a sus hijos". Una cosa es regirse por la Constitución, establecer criterios básicos y claros para la inversión local y extranjera, y otra, muy distinta, es ceder a los chantajes, las presiones y "las recomendaciones" de los grupos de poder económico. Si de verdad se va ha proteger y trabajar por "los más pobres y excluidos de la sociedad", como proclamó Mauricio Funes en su primer mensaje a la nación, la noche de su triunfo electoral, se debe ser coherente con todas las acciones por emprender, apoyarse en el pueblo y que no tiemble la mano a la hora de firmar un decreto o no sancionar (vetar, pues) una ley enviada por la Asamblea Legislativa, que dañe los más altos intereses de la población. En síntesis, debe existir una planificación y coordinación minuciosa de las dependencias oficiales encargadas de la información, estrechamente ligadas a las necesidades del pueblo. Los medios gubernamentales no deberán imitar los modelos de la prensa burguesa. La objetividad no está reñida con la calidad. Lo recordamos : los reaccionarios aprenden más rápidamente que las masas, lo dijo Fidel Castro, y es una verdad absoluta, un axioma. En El Salvador, el partido Arena ha perdido las elecciones, la oligarquía ha perdido el gobierno, pero conserva intacto su aparato de dominación ideológica. Pronto verán actuando a estos medios al servicio de una "nueva línea de masas" de la burguesía, para crear desestabilización e insinuar caos nacional para desprestigiar al nuevo régimen de izquierda. Mi socio del blog me recuerda que la situación nacional e internacional no está para proceder de forma tan infame; pero sólo el que desconoce los orígenes y el desarrollo de la oligarquía salvadoreña podría confiarse en los "cantos de sirena" y en "el sincero arrepentimiento" de los que ayer tiraron piedras y garrotazos, y que hoy se acercan "piadosamente" al nuevo gobierno. La experiencia y el ejemplo de otros países confirma que un proceso de cambio social no puede ser eficaz si no se toma en cuenta la consolidación de una nueva cultura. Postergar la cuestión de la lucha ideológica en nombre de la prioridad de la construcción del poder material, significa, en la realidad, relegar a un segundo plano el papel de las masas organizadas en la consolidación del poder desde su práctica diaria de la lucha de clases. Mauricio Funes, Salvador Sánchez Cerén y el FMLN deben confiar y tener como un gran aliado al pueblo salvadoreño. POCOTE