Gobiernos de ARENA: de la Debacle Social al Estado de Terror…
Oscar A. Fernández O.*
Desde 1990 los gobiernos de ARENA se comprometieron claramente con tres políticas relacionadas, todas ellas puestas en práctica paulatinamente partiendo del Gobierno Cristiani y aceleradas hoy por el Gobierno Saca:
1) el traspaso de los recursos de los pobres a los ricos;
2) la transformación del Estado como apéndice local del gran capital transnacional; y
3) la creación de condiciones para instalar un régimen dictatorial de corte fascista.
No obstante, tales políticas no pueden presentarse en estos términos ante el público y la opinión internacional, deben disfrazarse y sólo pueden llevarse a cabo si la ciudadanía esta los suficientemente asustada por monstruos como el terrorismo y las constantes amenazas de cárcel, para todo aquel que diga en voz alta que tiene hambre.
El mecanismo utilizado es crear alarma general ante la amenaza que el presidente de ARENA y asociados han dado en llamar “la terrible conspiración comunista contra la libertad” resuelta a conquistar El Salvador y a esclavizar a sus ciudadanos.
Algo muy semejante a lo que en reiteradas ocasiones propagaban las sangrientas dictaduras militares que nos llevaron a una guerra fratricida.
El “terrorismo” de bandidos especialmente escogidos con esmero, o de enemigos como los desempleados, las comunidades pobres y marginadas, los vendedores callejeros, las trabajadoras de maquila, que osan protestar contra la injusticia, la carestía de la vida, los sueldos de hambre, la privatización de la salud, la falta de seguridad social, etc., son un blanco más fácil de esta política fascista, que mediante un sistema de propaganda y desinformación eficaz, resulta factible para inducir una adecuada sensación de ansiedad y terror en la población.
En la medida en que se influencie a un público atemorizado, amplio o restringido, la discusión observa estrictamente los principios que hemos explicado: la atención se limita al terrorismo del pueblo, de los pobres, no del gobierno y sus socios; a los crímenes del pueblo y no a los de ellos.
En este contexto creado artificialmente, el terrorismo sustituye a los derechos humanos como la política fundamental de lo que ARENA llama democracia. Esta estrategia gubernamental de terror, ha anulado toda posibilidad de alcanzar el estatus de un Estado de Derecho sustentado en los derechos humanos, que constituyó el eje en torno al que se logró terminar con la guerra, institucionalizar los Acuerdos de Chapultepec (1992) y readecuar la Constitución.
La guerra de ARENA contra el pueblo (“los terroristas”) no es inesperada o casual, ha sido planificada desde hace mucho tiempo con el fin de lograr por cualquier medio y de cualquier forma, como lo dice su presidente, permanecer durante mucho tiempo en la conducción del Estado, o lo que queda de él. El poder nos ha hecho creer y admitir que El Salvador y el mundo han entrado en una nueva “era del terror” y que por lo tanto, los “honrados” deben ser protegidos y los “maleantes” castigados con ejemplaridad.
En este panorama caótico creado por el delirio paranoico de la ultraderecha, como hemos dicho, todo nos lleva a pensar que la “nueva era” de la guerra contra los terroristas-comunistas (!?), se parece cada día más a la desarrollada por sus padres putativos, los militares fascistas que en los años 70´s y 80´s diezmaron a los salvadoreños.
Uno de los elementos estables de la doctrina del connotado ideólogo del conservadurismo imperialista, Wiston Churchill, establece que los ricos y poderosos tienen derecho a exigir que les dejen en paz para disfrutar de lo que han acaparado, a menudo mediante la violencia y el terror (se refería al imperio inglés); los demás pueden ser ignorados mientras sufran en silencio, pero si se entrometen en las vidas de quienes gobiernan el mundo “por derecho”, los “terrores de la tierra” se cernirán sobre ellos con justa ira, a menos que el poder sea incomodado desde adentro (Clive Ponting: Churchill. 1994). El gobierno de ARENA que trabaja para los acaparadores de la riqueza de este país, que la han logrado por medios no muy corteses, por no decir brutales, comprenden bien qué quiere decir Churchill.
Las impactantes imágenes en directo del derrumbe de las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, repetidas una y otra vez en todos los medios de prensa del planeta, pusieron en indiscutible evidencia la debilidad de Estados Unidos, pero suscitaron una condena casi unánime. Sin embargo, la interpretación y la reacción ante estos sucesos tuvieron matices variados, y eso no lo podemos pasar inadvertido. Dice el profesor Noam Chomsky : “el mundo se ve distinto según si es usted quien sostiene el látigo o si es usted el que viene siendo azotado por él durante cientos de años. Muy distinto”, enfatiza este connotado intelectual.
Entender las causas que desencadenan la protesta social, definir exactamente qué es terrorismo, estar conscientes de qué tipo de políticas desarrolla el gobierno actual incrementando la pobreza y la polarización social, condenando a muerte a cientos de niños por enfermedades que se pueden prevenir y curar, es un esfuerzo intelectual que no podemos dejar de hacer si realmente tenemos un compromiso con la ética, la libertad, la justicia y los derechos humanos. Dada la naturaleza de este gobierno y sus instituciones de poder, el ciudadano salvadoreño pareciera ser ya una especie en peligro de extinción.
Sin embargo, frente a este destino aparentemente irremediable que nos plantea ARENA, comienzan a verse algunos rayos de luz y esperanza cuando el movimiento popular que no sucumbe ante el miedo, sale a la calle a exigir sus derechos y cuando la sociedad en general se abre ya a la posibilidad de que otras formas de gobernar son factibles y cada vez más necesarias para construir un país mejor.
El orden de injusticia y desigualdad impuesto por la oligarquía política de ARENA puede ser cambiado, simplemente porque es la resultante de decisiones humanas tomadas en el seno de instituciones que pueden a su vez ser reemplazadas o cambiadas, como ya ha ocurrido tantas veces en la historia de la humanidad.
Es cuestión de tener claro cuán importante es que El Salvador y sus ciudadanos tengan el control de sus propias vidas. Como primera cosa en esta dirección, habría que reflexionar profunda y seriamente acerca de aquella afirmación histórica que dice que “la libertad es la madre, no la hija del orden” .
*Colaborador de CoLatino
Comment posted by Anonymous
at 8/4/2007 8:31:00 AM
yo creo que el pueblo ya avivo. Las mentiras y amenazas que le dice arena en cada eleccion ya no calan en l amente del ciudadano. Prometen seguridad y resulta mas crimen, prometen trabajo y se van mas compatriotas del pais pal norte, prometen combatir la corrupcion y se destapan mas escandalos de robos millonarios por parte de funcionarios areneros, prometen combatir el narcotrafico en el pais y aparecen tres diputados areneros ajusticiados por los carteles con los que negociaban.
Que mas pruebas quiere un pueblo pues? Esa cancioncita de que primero El Salvador …. segundo, tercero….. lo que sea ya no asusta a nadie.
Comment posted by Anonymous
at 8/3/2007 11:46:00 AM
A veces lo que sucede cuando te dicen mil veces
ahi viene el lobo
ahi viene el lobo
y te das cuenta que es paja, la misma paja concientiza a la gente.
Lo que siempre sucede en El Salvador cuando la derecha carga violentamente contra la poblacion es que la poblacion se radicaliza y les sale lo opuesto a lo que ellos quieren controlar
El pueblo salvadoreño siempre ha sido asi y es demas que lo quieran aplastar con violencia o terror
los destiemples del dictador saca ya hasta risa producen
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